domingo, 30 de agosto de 2009

...Y SI PINTA PORQUE NO...!!!??? ESTO DICEN LOS JÓVENES EN VILLAGUAY.

CADA DÍA MÁS CHICOS REVELAN QUE CONSUMEN PORRO ANTE SUS FAMILIAS.

Esta nota comienza con el diálogo sin desperdicio entre un periodista de este diario y el adolescente de 15 que tiene en casa. Qué hacer: ¿prohibir tajantemente?, ¿aceptar y sentirse cómplice? La opinión de los especialistas.

Daniel pasó por delante del cuarto de su hijo. La puerta estaba abierta; adentro se veía el mismo caos de siempre. En el piso había tirada una botella de gaseosa de dos litros, Daniel entró, como tantas otras veces, para ayudar a su hijo con ese descalabro que era el dormitorio. Federico, la criatura, no estaba en casa. Daniel se agachó, juntó la botella y para su sorpresa se encontró con un artefacto que era cualquier cosa menos un contenedor de líquidos. Aunque no sabía qué era, aunque nunca había fumado un porro, Daniel supo en el acto que esa cosa olía a marihuana. –Fede, ¿qué es esto? –preguntó a su hijo cuando llegó del colegio. Federico tenía –tiene– quince años. –Una pipa de agua, papá. –¿Y para qué sirve esto? –Pa, no te hagás el boludo. –¡No! ¡VOS no te hagás el boludo! –Para fumar marihuana, pa. –¿Y quién la usa? –Yo, pa. –¿Estuviste fumando acá? –Nooo. ¡Acá no! ¡Cómo voy a fumar acá! Fumé en la casa del Gordo. Federico tenía –tiene– una banda de rock. El Gordo forma parte de esa banda. Daniel sintió que se le calentaban las orejas. –Mirá, pa, yo desde hace un tiempo que fumo. –¿Cuánto es un tiempo? –No sé, el año pasado capaz. –¿Y cada cuánto fumás? ¿Cuándo fue el último que te fumaste? –¿Hoy qué es, martes? –Sí, hoy es martes. –Hace... qué se yo... ¿cinco días? –¿Y vos tenés ganas de fumar más? –Qué sé yo... si me pintan las ganas... Pero, pará, pa, no estoy enfermo. –¿Y cómo hacemos con esto? –No vamos a hacer nada, quedate tranquilo. –¿Pero vos entendés que es un peligro? No es sólo por la marihuana en sí, es todo el circuito... –No, pa, quedate tranquilo: nosotros con los transas no nos metemos, porque los transas venden cualquier porquería. Nosotros fumamos de la buena porque la cultivamos nosotros. –¿Cómo que la cultivan ustedes? –Sí, pa, la cultivamos nosotros. –¿Dónde? –En la casa del Gordo. Un par de días después, Daniel vio que su hijo tenía en Facebook, bajo el título “Establecimiento Las Marías”, la foto de cuatro plantines de cannabis. Unas semanas más tarde, la directora del colegio al que va Federico lo citó a Daniel para mostrarle un dibujo: el diseño de un mecanismo para poder plantar marihuana en un lugar oscuro. Exactamente, en el ropero de su casa. Unos pocos días después –para seguir siendo precisos, el 25 de agosto pasado–, salió la despenalización del consumo de marihuana y el tema se instaló en la mesa familiar. Hubo una charla de dos horas. En esa conversación estaba la abuela (madre de Daniel) de 80 años. –Tengo que contarte algo: Fede fuma marihuana –le dijo Daniel a su madre, en un aparte. –Yo ya sabía, Daniel. –¿Cómo? –Daniel, quedate tranquilo que no pasa nada: ¡Es un porro! –¿Mamá vos me estás cargando? –No, yo ya le pedí, yo quiero fumar con él. El médico me explicó que los dolores reumáticos también me los cura. Y yo sé que no hace daño. Toda esta secuencia no está sacada de un capítulo de la serie Tratame bien, en la que el actor Martín Slipak personifica a un adolescente tardío que cultiva plantitas en su placard. Le ocurrió a un periodista de este diario –que desde entonces anda repitiendo que está “rodeado de una familia de fumones”– y probablemente se vuelva más usual en ese mundo interminable que es cada familia. Ocurre que son cada vez más los adolescentes que blanquean el consumo de marihuana en su casa, una tendencia que –para algunos– probablemente se expanda luego de que el 25 de agosto pasado la Corte Suprema de Justicia declarara la inconstitucionalidad del artículo 14, párrafo 2º, de la ley de Estupefacientes, y asegurara que la tenencia de droga para consumo ya no es delito; un pronunciamiento que afecta favorablemente los intereses de dos millones y medio de argentinos, tal es la cifra de consumidores locales de marihuana según la Organización Mundial de la Salud. Sin la carga que supone la ilegalidad, entonces, los jóvenes instalan el tema abiertamente en sus hogares y dejan a los padres ante una escena que no saben resolver: si prohíben el consumo, lo único que logran es generar distancia. Si lo aceptan, se sienten cómplices. “Yo soy un tipo informado y sé que la marihuana no es todo lo adictiva ni lo dañina que se dice que es, pero tampoco compro el discurso de que es un yuyito y listo –cuenta Daniel–. Me doy cuenta de que tengo que confiar en mi hijo. Quiero criarlo en un ámbito de libertad, y nada de lo que yo pueda impedirle a él lo va a proteger más que todo lo que ya le di, de todo lo que le transmití en términos de experiencia y ejemplo de vida. Con todas las explicaciones que me dio Fede, que descubrí que es un teórico en cannabis, terminé entendiendo que un porro no es más peligroso que un huevo frito. Si vos te fumás un porro o te comés un huevo frito, va a estar todo bien. Pero si te fumás 70 porros o se comés 70 huevos, te morís de sobredosis o de una patada al hígado”. Mejor no hablar de ciertas cosas. Una encuesta realizada entre adolescentes escolarizados por el Observatorio Argentino de Drogas (OAD), dependiente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) advierte que el 9,3 por ciento de los estudiantes consumieron alguna droga ilícita en el último año y que, de ese porcentaje, el 82 por ciento consume fundamentalmente marihuana. A su vez, de las sustancias ilegales la marihuana es, por lejos, la que es vista como “no riesgosa” por una mayor parte de los adolescentes: el 16,2 por ciento cree que el uso experimental no es peligroso (contra el 7,5% de la cocaína y el 5,7% del éxtasis). “En el estudio no ahondamos en la percepción que tienen los padres respecto del consumo de sus hijos, pero es algo que vamos a hacer cuando este año repliquemos la investigación –advierte la socióloga Graciela Ahumada, directora del OAD–. Lo que sí se sabe es que el nivel de atención de los padres frente a sus hijos, cualquiera sea el tema, está asociado con el nivel de consumo de marihuana, tabaco o alcohol. Los chicos que se sienten menos mirados por sus padres tienen un mayor consumo de todo”. A veces los padres prefieren no saber. Prefieren, por más brutal que suene, que el consumo de marihuana transite un carril de “falsa ilegitimidad”: aunque saben que sus hijos fuman, miran para otro lado para no tener que prohibir, ni que legitimar. Y es justamente esa polaridad la que vuelve las cosas tan difíciles. “A los padres se les hace difícil porque muchos lo plantean en términos extremos de legitimación o prohibición –explica el psicólogo Sergio Balardini, miembro del Programa de Estudios de Juventud de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales–. Por otra parte, hay que tener en cuenta que construir confianza entre padres e hijos no significa que ‘todo’ debe saberse y ‘todo’ debe ser dicho. Simplemente, quiere decir que no hay ningún tema que no ‘pueda’ ser hablado, que no es lo mismo”. Una encuesta realizada en 2006 por la empresa de comunicación estadounidense VitalSmarts –y mencionada por la periodista Alejandra Folgarait en su libro En trance– revela que sólo el 21 por ciento de los padres se anima a preguntarles a sus hijos sobre temas relacionados con drogas. Del 79 por ciento que no menciona el tema, un 26 por ciento argumenta que no hablan porque no hace falta, ya que creen que sus hijos no están influidos por drogas. A su vez, hay un 56 por ciento de padres que suponen que sus hijos van a fiestas donde se toman drogas y un 48 por ciento sabe que los amigos de sus hijos son consumidores. En síntesis: hay una importante franja de padres que, aun cuando saben que sus hijos consumen, tienen miedo de hablar. “Creo que no hablar, a sabiendas de que existe una conducta preocupante en los hijos, nunca es bueno. Coloca a todos en un ‘como si’, en un ‘sé qué pasa pero miro para otro lado’, que es el origen de las actitudes corruptas –opina Graciela Moreschi, médica psiquiatra y autora del libro Qué, cómo y cuándo hablar con los más jóvenes–. Todo lo que se pueda hablar y no permanezca oculto es mejor, pero esto no significa aceptación total de límites. Que se hable del tema no hace que el consumo sea menos peligroso o dañino, y hay que tener en cuenta que cuanto más legalizado esté, mayor será el consumo, porque las drogas legales son las que más se consumen. Teniendo esto en claro, el confrontar y acordar sobre cuáles serían los límites de este consumo puede ser muy útil. Por ejemplo, un límite puede ser el de no aceptar que el consumo llegue a producir efectos en la conducta. Es decir, que el hijo no llegue mambeado a su casa”. El otro yuyito. Vilma cumplía 78 años y la familia entera festejaba en Haedo. Había hijos, hermanos, nietos, novias y una mesa enorme en la que se apilaban los restos de un asado. Cuando terminó el almuerzo, hicieron lo que se hace en todos los encuentros familiares: empezaron a hablar del país, de las noticias, del gobierno. En esos días, una vez más, estaba en debate la despenalización del consumo de marihuana. Alguien mencionó el tema. Empezaron a discutir. –Por qué tanto lío –interrumpió Vilma–. La marihuana es un yuyito que crece en cualquier lado y no hace nada. Cuando yo era chica crecía en el barrio y yo tenía un vecino con una planta enorme en la puerta y nadie le daba bola. Es mejor la marihuana que el tabaco. Mientras los adultos se recuperaban del shock, los nietos de la familia –entre ellos Agustín Durante, de 20 años, quien contó esta anécdota– hacían hinchada al grito de “¡grande, abuela!” y dejaban en claro, sin demasiado miedo al escándalo familiar, que los porros no eran algo ajeno a su folclore adolescente. “No es que hubo un blanqueo explícito, pero todo fue muy obvio”, cuenta Agustín, quien ya hizo público el consumo en su casa y está en pleno debate con su madre respecto de la posibilidad de tener una huerta de cannabis en el balcón. –Ma, es apenas una planta, no te preocupes. –Me vas a llenar la casa de plantas y los vecinos van a llamar a la policía. –Ya no pueden llamar a la policía, ma. Ahora se puede tener para consumo. Y si llaman, que vengan todos y los invitamos a fumar un poco. Con este argumento, Agustín convenció a su mamá. El próximo 21 de septiembre, junto a un amigo, plantará la primera semilla para recibir la primavera.
Las imágenes que hemos agregado a este informe son de uso cotidiano por los adolescentes que consumen o fomentan y encarnan una lucha si se puede decir para que se legalice el consumo de porro.

sábado, 15 de agosto de 2009

SOMBRERO, SOMBRERITUS...!!!

HIJITUS VUELVE AL RUEDO.
Pocas invenciones argentinas han marcado el imaginario colectivo (por lo menos el infantil) como Hijitus. La aparición de una segunda caja con los episodios de la serie creada por Manuel García Ferré (de lejos, los mejores capítulos, los más libres) provee razones de peso para comprenderlo. Por supuesto que, sobre todo, se trata de material divertido, quizás la única plasmación de lo auténticamente argentino –más bien porteño– en dibujos animados. La caja contiene cinco discos, cada uno a un promedio de cinco episodios más extras cada uno, una pequeña fiesta digamos. La primera rareza –no tanto– que uno descubre con esta colección es que, de alguna manera, sigue funcionando como en los primeros 70, cuando alcanzó un pico de popularidad tan grande que hoy casi nadie desconoce a personajes como Larguirucho o Hijitus, más allá de que la serie en sí –y muchos de sus derivados, especialmente la revista Anteojito y las historietas– no aparecen demasiado en los kioscos. Algo hay ahí. Lo que hay es simple: un humor muy argentino donde los personajes hablan como nosotros. No se ha alabado lo suficiente el trabajo de voces de Pelusa Suero, el enorme creador de tipos característicos de la serie –del Comisario a Gold Silver, pasando por el increíble Larguirucho–, que es verdaderamente el actor, el alma detrás de los cortos junto con Néstor D’Alessandro, quien hacía las voces de Cachavacha, Hijitus o el ladrido humanizado de Pichichus. Es cómo hablan los actores y qué dicen lo que le da su propio acento a cada episodio de Hijitus. Pero el placer no se reduce a eso: hay otros elementos que los causan. Primero: las historias de Hijitus mezclan tres elementos que, a primera vista, parecen disímiles. El barrio porteño, las historias de superhéroes y los cuentos de hadas. Por alguna razón, la ensalada funciona sin problemas: en Hijitus puede haber dragones, planes siniestros, científicos locos, brujas, animales que hablan, barriles de cerveza que danzan –¿alguien se imagina algo así en estos tiempos de corrección política?– huérfanos, millonarios... el catálogo es enorme. Lo que deriva, claro, en la tercera cualidad de Hijitus: la invención de personajes pintorescos y casi surrealistas. Desde el violento bebé Oaky en pañal eterno hasta el satírico Gran Hampa o –cuando uno recorre las aventuras de Hijitus no puede menos que sorprenderse del salto de tono de un episodio a otro– la Vecinita de Enfrente. En esta colección, además, aparecen personajes realmente grandes como el huérfano malvado Raimundo (los episodios con ese personaje son de lo más cómico y desatado de la serie), o tipos de diseño excelente como el gato Chimenea, o el Pingüino Hippie, o los Aguilotros –gran episodio épico/cómico de la lucha contra los Boxitracios–. Bien, es simple: uno hace el catálogo y las invenciones abundan y todas –pero todas– son graciosas. Es cierto que algunos personajes y situaciones han envejecido (Anteojito, digamos), sin embargo, vaya uno a saber por qué –aquí intentamos una respuesta–, los cortos funcionan y los chicos –usted también, no lo dude– se ríen. Hay Hijitus para rato, parece.

sábado, 1 de agosto de 2009

INFORME DE DICCIONARIO ENTRE RÍOS.

LOS AROMAS DEL SEXO.

¿Sabías que el sudor de las mujeres huele a cebolla y el de los hombres a queso? Esto es clave para seducir o rechazar al sexo opuesto.

En la relación hombre-mujer intervienen los cinco sentidos del cuerpo, que nos permiten ver, oír, sentir, saborear y oler nuestro cuerpo y el del ser amado con intensidad. En la seducción el llamado sexto sentido juega un papel primordial mientras que el sentido común brilla por su ausencia, pues perdemos el orden cerebral. Sin embargo los últimos estudios sobre el sexo demuestran que un solo sentido puede revelarnos cosas insospechadas: el olfato. Sexy sudor Una reciente investigación realizada en Suiza para entender el funcionamiento del olor corporal y elaborar desodorantes específicos para cada sexo, ha presentado algunos resultados sorprendentes al analizar y comparar los olores axilares de mujeres y hombres. Los investigadores, dirigidos por el doctor Christian Starkenmann, tomaron muestras del sudor de las axilas de 24 hombres y 25 mujeres, después de que estuvieron 15 minutos en el sauna o realizando una rutina en bicicleta y descubrieron que los hombres huelen a queso, mientras que el olor de las mujeres se asemeja al de la cebolla y las uvas. El estudio, en el que han participado científicos respetados, ha comprobado que el sudor femenino contiene azufre y al mezclarse con una bacteria que se encuentra en las axilas, se convierte en otro compuesto que huele a cebolla. Los hombres, por su parte, producen una mezcla de compuestos diferentes, entre los que destaca un ácido que despide un aroma parecido al del queso, cuando entra en contacto con las bacterias de la axila. Sin embargo algunos científicos opinan que el experimento no daría el mismo resultado si se efectuara en otros países, porue la producción de estos compuestos olorosos puede depender de la dieta, que es distinta en todas las culturas. Sorpresas seductoras Otra investigación reciente, realizada en la Universidad de Rice en Houston, Texas, demuestra que el sudor humano no sólo puede transmitir el olor de los desodorantes, sino una gran variedad de significados. Según este trabajo, el cerebro de la mujer es capaz de descifrar el código de los distintos olores del sudor masculino, incluido el sexual y esta información olfativa puede llevarnos a todo un proceso emocional. Esta investigación confirma una vez más el vínculo entre el cerebro, el olfato y las emociones. Para llevarla a cabo se recurrió a 19 voluntarias que accedieron a oler distintos aromas, entre los que se encontraban el suyo y el extraído de las glándulas sudoríparas de un hombre, para que los científicos pudieran analizar sus efectos en el cerebro. El estudio ha confirmado que en la interpretación de los olores participa varias una zona vinculada a la motivación y comportamiento sexual.

INFORME DE TAPA.

¿EXISTE LA ATRACCIÓN PARA TODA LA VIDA?
No aceptes con resignación que la pasión disminuye con el tiempo, pues es posible amarse con intensidad para siempre.
Ante una realidad plagada de divorcios, separaciones, rupturas amorosas, relaciones de maltrato y abuso, parece ficticio nuestro sueño de seguir enamorados como el primer día, amarnos para siempre y envejecer juntos, hasta que la muerte nos separe. Sin embargo la pasión duradera y el amor de por vida no son tan extraños. Distintas investigaciones indican que muchas parejas se siguen amando intensamente a lo largo de los años y los psicólogos estudian cómo es que logran este “milagro”. Tan enamorados como al principio A sus 64 años de edad, Susana y su esposo siguen caminando tomados de la mano y cada día se despiden por la mañana con un "te amo". Lo han hecho desde hace más de 42 años, el tiempo que llevan casados. Son un matrimonio sólido y feliz, y nada indica que las cosas vayan a cambiar. Esta pareja ha sido una de las que han participado en un reciente y sorprendente estudio realizado entre personas que llevan muchos años enamoradas. De acuerdo a esta investigación realizada por especialistas de la Universidad de Stony Brook en Nueva York y dirigida por el psicólogo Art Aron, un pequeño porcentaje de las parejas sí consigue mantener durante décadas el enamoramiento propio de los primeros e intensos meses de noviazgo. El estudio midió la actividad del cerebro en un grupo de 17 personas que afirmaron estar tan enamoradas como al principio de su relación, después de haber estado más de 21 años con la misma pareja. Cuando estas personas piensan en sus parejas, se les activan las mismas zonas cerebrales que en quienes viven el principio de una relación amorosa. Años juntos y vida sexual activa.
El estudio descubrió que "aunque siempre se había pensado que el amor apasionado decae inevitablemente con el tiempo, hay personas que llevan muchos años juntas y se sienten intensamente enamoradas", afirmó el doctor Art Aron. Con esto los resultados contradicen la visión tradicional de que la intensidad del enamoramiento decae drásticamente en los primeros 10 años, pues en el estudio los participantes con relaciones de muchos años han dicho que mantienen una vida sexual activa y satisfactoria con sus parejas. Esta investigación utilizó la misma técnica en un grupo de estudiantes que acababan de enamorarse, llevaban pocos meses en pareja y afirmaban sentirse muy enamorados. Se les mostraron imágenes de sus parejas para hacerlos pensar en ellas y se observó su actividad cerebral con resonancia magnética. Los investigadores identificaron que durante el enamoramiento se activa la dopamina, una sustancia que interviene en la gratificación, la motivación y las adicciones. Amor romántico con intensidad y compromiso Estos expertos vienen estudiando desde hace años distintos aspectos de las parejas y aseguran que el vínculo es más gratificante para las relaciones largas que para las recientes, porque mantienen una relación intensa y sexualmente activa, sin la ansiedad y la obsesión de los primeros meses del noviazgo. Con un nuevo amor llegan sentimientos obsesivos que tienden a desaparecer con el paso de tiempo, pero quizá el amor no se acabe, como lo explican estos investigadores en un informe publicado en la revista Review of General Psychology. La exaltación de la primera etapa del amor tal vez no esté presente en tu relación a largo plazo, pero sí puedes sentir amor romántico con intensidad, deseo, interés sexual y compromiso por alguien con quien hayas estado durante muchos años.

CELEBRACIÓN DE LA MADRE TIERRA.

HOY SE CELEBRA EL DÍA DE LA PACHAMAMA. SE TOMA CAÑA CON RUDA PARA ALEJAR MALEFICIOS, TENER BUENA SUERTE Y SALUD.
Hoy se conmemora el día de la Gran Madre Tierra·La veneración varía de acuerdo a los distintos lugares y costumbres·Es la más antigua de la región andina, hasta el punto de que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, el dios Sol de los incas.

El 1 de agosto, Día de la Pachamama, se impone agasajar con manjares a la Gran Madre Tierra y tomar una copita de caña con ruda para alejar los maleficios, tener buena suerte y salud.
Dueña de las cosechas y del ganado, rectora de las estaciones y proveedora de vida, el hombre no puede menos que reverenciarla una vez al año, tal como a ella le gusta, porque los enojos de la Pachamama son de temer: terremoto, sequía, inundación, helada, incendio, granizo, huracán, hambre, enfermedad y muerte. En el norte andino, el ritual incluye cavar un hoyo donde se mete una olla de barro con comida, pan y dulces, espigas de choclo, una botella de chicha o aguardiente, tabaco y hojas de coca, para "carar" (alimentar) a la Pachamama, el que luego se cubre con piedras, hasta formar un montículo llamado "apacheta". La veneración a la diosa Tierra es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, dios Sol de los incas. "En tiempos de los incas el centro divino cambió trasladándose al Sol, y el culto a la Pachamama fue oscurecido y desplazado", rememora Huaman Luis Alberto Reyes, en sus escritos doctorales sobre religiones indígenas americanas. Sin embargo, el culto a la Pachamama sobrevivió, porque "la dualidad inca permitía -dice- que lo alto y masculino tuviera su contraparte baja y femenina"; y además, porque "el culto oficial del Sol tenía un sentido elitista: correspondía propiamente a los hijos de Inti, no a los simples hombres del pueblo". Con la conquista española, Inti fue reemplazado por el Dios cristiano y con el tiempo se extinguió; pero a falta de otra diosa femenina, el culto a la Pachamama, en cambio, adquirió fuerza. "Cuando Pizarro mata a Atahualpa, cuando el Sol es derrotado por el Dios de la Biblia, se produce un curioso fenómeno: por un lado, Inti es reemplazado con relativa facilidad por el Dios cristiano, que también es varón y tiene su dominio en los cielos"; y al contrario, "de las profundidades de la más antigua historia americana, reaparece el culto a la Pachamama", cuenta Reyes. Las comunidades indígenas del noroeste argentino, Chile, Bolivia y Perú le riden culto a la Pachamama durante un mes. Para los atacameños de la Puna chilena, el Día de la Pachamama es también su Año Nuevo: ese día comienza la Primavera, que para el calendario oficial nacerá recién en septiembre. Según una leyenda, la diosa habita en el macizo del Nevado de Cachi (Salta) a 6.380 metros sobre el nivel del mar, en una de cuyas ocho cumbres habría un lago y una isla, donde un toro de astas doradas la custodia y emite nubes de tormenta al bramar. Se la identifica con la Tierra, pero Pacha, en kolla, Significa "tiempo". Rigoberto Paredes, estudioso de la tradición indígena, dice que "el mito debió referirse primitivamente al tiempo, vinculado en alguna forma con la Tierra: el tiempo que cura los dolores, el tiempo que distribuye las estaciones". Las diversas lenguas indígenas habrían simplificado luego esta matriz y convertido a la Madre Tiempo en Madre Tierra. El 1 de agosto se toma una copita de caña con ruda, brebaje que se prepara con anticipación para que macere: se compra una botella de caña, se echan dentro algunas hojas de ruda, se la cierra y se la guarda. Llegado el momento, se la sirve a los seres queridos para que tengan un buen año. En el noroeste del país también se estila colocar amuletos: en el tobillo, la muñeca o el cuello, se ata un hilo blanco y negro de lana de llama o de oveja, hilado hacia la izquierda, y se lo conserva puesto hasta que se rompa. En Salta y Jujuy, la celebración tiene tanta importancia como las fiestas conmemorativas de la Virgen María, a la que también se le ofrecen "apachetas": la única diferencia es que a la procesión de la Virgen la preside un cura y a la de la Pachamama, un chamán. Según Alfredo Moffat, "la Iglesia Católica ha ido llenando en nuevos moldes católicos y europeos las antiquísimas estructuras míticas de nuestro pueblo no europeo. El consumo de coca y alcohol, el regar con aguardiente y el enterrar ofrendas de comida alrededor de la imagen (de María) corresponde al culto pagano-indígena de la Pachamama", aclara. Sin duda, la Gran Madre Tierra se resiste con éxito a repetir el destino de Inti, tragado por el Dios bíblico. Pero quién sabe: a lo mejor, María prefiere las "apachetas" a las velas.

 
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