En 2009 hubo 20 mil personas. Este año habrá siete carpas temáticas, más de 20 barras y un disfrasódromo de 100 metros con tribunas, para que la gente se asome y participe gratis. La historia de la fiesta.
Parpadea el contador, que registra hasta las milésimas que faltan todavía para que llegue la hora. En la página oficial de la Fiesta de Disfraces se distinguen, además, dos enlaces: uno a los premios de la edición anterior y otro al facebook de la fiesta. Ya son más de 17 mil los seguidores en la red social, donde los organizadores avisan que sólo restan venderse las “ultimas entradas al precio actual” y anuncian que “cuando se agoten el precio será de 50 pesos +10 pesos”. En los mensajes posteriores, hay una media docena de testimonios que aseguran haber pagado más que eso, cordobeses que preguntan si todavía quedan entradas en esa ciudad y consultas sobre casas en alquiler.
La última vez, en agosto pasado, se reunieron unas 20 mil personas en el predio ubicado en Av. Circunvalación y Don Bosco, escenario donde se alojó la fiesta tras cuatro ediciones en la Rural. Ahora se esperan más, muchos más. Tanto es así que en apenas dos semanas se comercializaron 13 mil entradas.
Novedades
El viernes 30 de julio los organizadores de la Fiesta de Disfraces realizarán el lanzamiento formal en conferencia de prensa, pero cuando eso ocurra, probablemente, las entradas ya estén agotadas. De momento, se sabe que este año la fiesta contará con siete carpas temáticas, más de 20 barras, un lugar exclusivo y con ingreso propio para mayores de 30 y hasta un desfilódromo. ¿De qué se trata el desfilódromo? No es otra cosa que un acceso a la fiesta de unos 100 metros y flanqueado por tribunas, que responde a una curiosidad más de este fenómeno: la gente que se acerca a ver el ingreso de los disfrazados. Esta vez, los organizadores no sólo contemplaron el arribo de curiosos que no entran al predio y llegan exclusivamente a mirar a los disfrazados, sino que le dedican un lugar bien dispuesto y solicitan a cambio un alimento no perecedero que será donado oportunamente a alguna institución que le resulte de utilidad.
Como siempre, claro, habrá premios en viajes y estadías completas a los mejores disfrazados, en la categoría individual, grupal y mayores.
Con historia
Ahora ya tienen más de 30 años, trabajo, oficio o profesión y algunos se convirtieron en padres. En 1999, en cambio, cuando se hizo la primera fiesta en el salón del Club Ciclista, apenas si comenzaban a tantear el inicio del camino en alguna carrera universitaria. La historia es conocida: seis amigos quisieron hacer extensivas sus fiestas de cumpleaños y el encuentro resultó un éxito formidable. Año a año, exigidos por la expectativa que generaba la fiesta, fueron buscando lugares más amplios, puliendo la organización, añadiendo conceptos empresariales.
LBP se llama la organización y las siglas no representan otra cosa que La Banda del Palo, que justamente es uno de sus integrantes. “Le dejamos las siglas porque por ahí tenemos que enviar una nota formal y no podemos firmar La Banda del Palo, no es muy empresarial”, explica Juan Laurencigh, uno de los fundadores de la fiesta y revela que la historia cambió definitivamente en 2003 “cuando metimos 3.500 personas en Excándalo, que era el boliche donde nosotros íbamos habitualmente, ahí nos dimos cuenta de que la cosa funcionaba”. Poco antes de ese suceso, el grupo inicial casi le vende la fiesta por 10 mil pesos a un empresario local.
“Decí que además de todo somos fanáticos de la fiesta, no la vendimos por eso”, revela Laurencigh y asegura que nunca más tuvieron una oferta concreta, más allá de rumores que surgen, con números y todo.
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