RECUERDO A LOS MÁRTIRES.
SOBRE LA NOCHE DE LOS LÁPICES
Jóvenes, mártires, estudiantes y peronistas
Todos ellos tenían entre catorce y dieciocho años; estaban comprometidos con el momento histórico que vivían, se daban cuenta de que los tiempos habían virado definitivamente hacia la represión ilegal y en sus casas sus padres se lo advertían. Pero eligieron seguir en la lucha por una sociedad más justa y solidaria, enfrentando a la alianza entre la oligarquía, el imperialismo, patria financiera y sus personeros militares.
El 16/08/76, un grupo de adolescentes de la ciudad de La Plata fueron secuestrados, torturados y desaparecidos a raíz de sus luchas por el boleto estudiantil secundario, en una operación represiva conocida como la "Noche de los lápices".
Gobierno Nacional y Popular
Desde 1945 a 1955 se erigió un modelo de país con un Estado de Bienestar dirigido a consolidar la justicia social y una nación independiente con autonomía suficiente para vincularse al mundo en igualdad de condiciones.
Este modelo de país moderno y no dependiente en forma servil de los grandes centros del poder mundial, fue percibido como amenazador por el imperialismo y sus aliados de los sectores locales oligárquicos.
Golpe gorila
El 16 de Septiembre de 1955 la "Argentina, oligárquica, conservadora y tradicional" derrocó� al gobierno popular de Juan Perón y produjo una ola de represión contra todo aquel que enarbolara, en heroica resistencia, la identidad popular peronista o políticas que vayan a favor de las mayorías populares.
Esta represión, sin embargo, no eliminó los factores de resistencia contra el retorno de la república oligárquica al viejo estado de cosas, y fue solo después de más de dos décadas, en 1976, que pudieron dar otro golpe militar contundente contra los sectores populares que sostenían un proyecto diferente de país.
Secuestros y desapariciones
En el marco del golpe, y en otro septiembre 16, pero de 1976, la más cruenta dictadura que hemos soportado ejecutó la desaparición de un grupo de militantes, chicos de la ciudad de La Plata de la organización peronista Unión de Estudiantes Secundarios (UES) que fueron secuestrados en la madrugada, de los domicilios donde dormían, por un "grupo de tareas" del general Ramón Camps y del que participó el represor Miguel Etchecolatz.
Los seis que no volvieron jamás, de la decena de adolescentes detenidos en ese septiembre, fueron: Claudio de Acha 16 años, Horacio Ungaro 16 años, María Clara Ciocchini 17 años, María Claudia Falcone 16 años, Francisco López Muntaner 17 años, Daniel A. Racero 18 años, todos jóvenes, militantes y peronistas que fueron brutalmente secuestrados y torturados durante meses en un campo clandestino de detención.
Todos ellos tenían entre catorce y dieciocho años; estaban comprometidos con el momento histórico que vivían, se daban cuenta de que los tiempos habían virado definitivamente hacia la represión ilegal y en sus casas sus padres se lo advertían.
Pero eligieron seguir en la lucha por una sociedad más justa y solidaria, enfrentando a la alianza entre la oligarquía, el imperialismo, patria financiera y sus personeros militares.
Hoy forman parte de los 238 adolescentes argentinos, que fueron secuestrados durante la dictadura y aún siguen desaparecidos.
¿Cuál fue el delito que cometieron?
¿Cuál fue el delito que cometieron?: tomar parte de la lucha por recuperar el Boleto Estudiantil Secundario, suprimido por la dictadura militar en La Plata. Una demanda justa, especialmente para los chicos pobres.
No hicieron politiquería, realizaron política en serio: definieron una necesidad, puntualizaron la reivindicación, la difundieron, consiguieron apoyo, movilizaron a mucha gente y, a partir de eso, buscaron concretar sus ideas.
Para ello, realizaron una serie de marchas, sentadas, petitorios; acciones que hoy nos parecen normales, o molestas (para algunos sectores) pero a las que jamás se castigarán con el secuestro, la desaparición, la tortura o la muerte.
Este tipo de intervención política -la lucha por demandas específicas- es lo que la represión militar buscó desarmar, porque plantaba objetivos contrarios a los sectores sociales más poderosos.
Porque la dictadura militar no se instaló sólo para torturar y matar gente, sino para posibilitar una transferencia masiva de riquezas hacia los núcleos más concentrados de la economía, quienes se apropiaron además de buena parte de los negocios públicos.
Los dos septiembres están unidos
El golpe del 76 pretendió poner fin a las condiciones materiales que habían permitido sobrevivir y reconstituir la alianza social que construyó el gobierno peronista hasta 1955. La misma que había sido reformulada y ampliada en los 70.
Para eso era preciso destruir a las organizaciones populares que sostenían las banderas del proyecto.
No es casual que la inmensa mayoría de las víctimas fueron trabajadores y jóvenes organizados, y que fueran peronistas.
El golpe se propuso responder a una necesidad histórica, poner fin a una experiencia social y política que cuestionaba importantes intereses económicos y estrategias internacionales hegemónicas.
La UES (Unión de Estudiantes Secundarios), organización de donde provenían la mayor parte de los estudiantes secundarios secuestrados y asesinados por la dictadura, fue un espacio político construido durante el primer peronismo, desarrollado al calor de la movilidad social ascendente y la masiva inclusión de los sectores populares a la escolaridad formal.
No es casual que sea la misma organización la que, veinte años después, luchará por la plena vigencia de los derechos adquiridos en los gobiernos peronistas.
Sin dudas, si no hubiera existido el primer 16 de septiembre, el de 1955, no tendríamos que recordar, cada 16 de septiembre, a los mártires de "La Noche de los Lápices"
Día Nacional de la Juventud
Hace tres años, un grupo de jóvenes de distintas organizaciones políticas, sociales y responsables de políticas públicas de juventud, encabezados por la Directora Nacional de Juventud, Mariana Grass, nos reunimos con el entonces presidente Néstor Kirchner con el fin de entregarle un proyecto en el cual solicitamos que se declare al 16 de septiembre como "Día Nacional de la Juventud".
El ex presidente, de acuerdo con la iniciativa, suscribió el proyecto que fue enviado a la legislatura nacional.
Dentro de los puntos salientes del petitorio que le entregamos al ex Presidente se destaca que "es necesario pues, para alcanzar el éxito, buscar en nuestra experiencia como país una fecha que con su propio peso sociocultural pueda convertirse en el Día Nacional de la Juventud, entendiéndolo como un día de lucha contra la desigualdad, la explotación y la inequidad en la distribución del ingreso".
Del mismo modo, el petitorio aclara que instituir un Día Nacional de la Juventud tiene por objeto que "los jóvenes de nuestro país se reconozcan como protagonistas de su propia historia, sujetos de deberes y de derechos, ejerciendo plenamente su libertad y sus potencialidades y manteniendo la lucha, siempre interminable, por una patria para todos".
Por la memoria, los derechos humanos y la justicia social
Pablo Díaz, por entonces de 18 años, secuestrado el día 21, sobrevivió al horror y tiene fuerzas para contar lo vivido en el campo clandestino "Pozo de Banfield", donde permaneció cuatro meses con sus compañeros y otros secuestrados.
"Estar desaparecido -dice- es recibir picana eléctrica en todo el cuerpo, que nos arranquen las uñas, estar quince días a sólo pan y agua, con una soga al cuello, las manos esposadas, los ojos vendados, los cabellos crecidos, sin bañarse. Las chicas manoseadas y violadas cada noche."
Hay hechos que no se deben olvidar nunca para evitar que se repitan.
Es por eso, en el marco de este 33 aniversario, y ante el riesgo que suponen la impunidad y la desmemoria, rendimos homenaje a una generación que participó políticamente, persiguió una transformación en la Argentina, se sacrificó y militó para cambiar un país dependiente, sometido económica y culturalmente, evidentemente injusto en la distribución de la riqueza y el poder.
Por los ideales de aquellos compañeros caídos por defender sus derechos, levantamos nuevamente hoy muestras banderas de siempre, las de una Patria Justa, Libre y Soberana, por la que ellos lucharon.
Compañeros y Compañeras
Claudio de Acha (16 )
Horacio Ungaro (16)
María Clara Ciocchini (17)
María Claudia Falcone (16)
Francisco López Muntaner (17)
Daniel A. Racero (18)
¡PRESENTES!
Aldaz: "La noche de los lápices es una de las marcas del terror de la última dictadura militar"
Al conmemorarse un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices, el Vocal del Consejo Provincial del Partido Justicialista, Julio César Aldàz dijo que este suceso fue una de las marcas del terror instalado como práctica generalizada por la dictadura militar de Videla, Agosti y Masera, capaz de inmovilizar cualquier resistencia al saqueo del que fue sometida la Nación a partir de marzo de 1976.
Seguidamente, indicó que eran los primeros meses de la peor dictadura militar que soportó la República Argentina, cuando un grupo de adolescentes de la ciudad de La Plata fueron secuestrados, torturados y asesinados, a raíz de sus protestas por el aumento del boleto estudiantil y por su militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).Ellos tenían entre 16 y 18 años, con la ternura de la infancia en el rostro y la utopía de la adolescencia en el alma y forman parte de los 257 estudiantes secundarios desaparecidos durante uno de los períodos más crueles y devastadores de nuestra historia. El testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, ha sido fundamental para la reconstrucción y denuncia de estos hechos.
El ex legislador indicó que “no se trató de un hecho aislado, desde el 24 de marzo de 1976 el “Proceso de Reorganización Nacional”, llevó adelante un plan sistemático de secuestro, desaparición, tortura y muerte de 30.000 argentinos, con el de fin de anular una potencial resistencia al proyecto político, social y económico a implementar por Videla, Massera y Agosti en nuestro país.
El viernes 16 de septiembre de 1.976 pasó a la historia como “La Noche de los Lápices”, símbolo de la represión militar contra un grupo de estudiantes secundarios de La Plata, promotores del masivo reclamo por un Boleto Estudiantil, sus integrantes fueron secuestrados de sus respectivos domicilios y desaparecieron para siempre, en una suerte de escarmiento concebido por la dictadura y ejecutada por el Gral. Ramón Camps, quien calificó al hecho como lucha contra el accionar subversivo en las escuelas.
Este suceso es uno de los más representativos dentro de la represión impuesta por la dictadura argentina, ya que las desapariciones se realizaron sobre estudiantes, en su mayoría, menores de edad.
Como dijera Pablo Díaz, en un poema dedicado a María Claudia Falcone, una de las desaparecidas en aquella fatídica noche: "No creas que no te busco, no me olvido, pues no hubo adiós; nos dijimos hasta luego. Por favor, que las aguas del mar te traigan hasta mí. O la soledad del otoño, o las flores de la primavera. Como quieras. Pero no dejes de volver a lo que soñamos. Si no es conmigo, ojalá que igual estés en paz".
SOBRE EL GOLPE DE 1955
“La Fusiladora”: Golpe militar autodenominado “Revolución Libertadora
Escribe: Blas García
El enfrentamiento entre dos campos antagónicos: el nacional y popular y el oligárquico e imperialista llegó a su punto más alto con la "Revolución Libertadora" conocida también como "La Fusiladora" que es como se autodenominó la dictadura militar, que gobernó, tras derrocar al presidente Juan Perón, mediante un golpe de estado iniciado el 16 de septiembre de 1955.
El 13 de noviembre de 1955, Eduardo Lonardi sería reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, profundizando el contenido gorila y reaccionario del golpe militar. Tras más de dos años de gobierno antipopular, este hizo entrega del mismo al presidente Arturo Frondizi, el 1º de mayo de 1958.
Antecedentes y preparativos
La revolución peronista hirió sensiblemente a las minorías oligárquicas y a la burguesía del país, pero también perjudicó ostensiblemente a los intereses yanquis y británicos, que se unirían con quienes les ofrecieran la más segura posibilidad de revancha.
Los cruces con los militares y políticos liberales comenzaron en ocasión de la Reforma Constitucional de 1949, que entre otras medidas le otorgaba más atribuciones al gobierno para intervenir en la economía e incorporaba cambios fundamentales para la igualdad social.
En la Constitución de 1949 se habían incorporado los derechos sociales conquistados por el Movimiento Obrero y la legalización de los cambios económicos, especialmente la política de nacionalizaciones del comercio exterior, de los combustibles y del transporte. Todo esto generaba un fuerte malestar a las clases oligárquicas y conservadoras.
Posteriormente, estas fricciones se profundizaron cuando en 1951 se comenzó a hablar de la posibilidad de que Eva Perón fuese candidata a vicepresidenta. Además debe señalarse que durante el Gobierno de Perón, la oposición principal estuvo a cargo de la Unión Cívica Radical, que hacia tiempo había abandonado sus ideales irigoyenistas y representaba a los sectores de la oligarquía ganadera.
Primer intento de golpe
En 1951 el general Benjamín Menéndez se sublevó contra el gobierno de Perón, pero no tuvo éxito, pues no encontró adhesiones importantes dentro del aparato militar. Perón declaró el Estado de Guerra interno, y dijo que "todo militar que no se subordine o se subleve contra las autoridades o participe en movimientos tendientes a derrocarlas o desconocerlas, será fusilado inmediatamente".
Pero la conspiración en contra del gobierno de Perón continuó, conforme aumentaba su respaldo popular.
El general Eduardo Lonardi, que estaba preso, nominó al entonces general Pedro Eugenio Aramburu como el jefe del movimiento. El presidente Perón contaba con el apoyo de grupos nacionalistas, tanto dentro del ejército como de la sociedad civil, sumados a la clase trabajadora y la CGT. Aramburu pensaba que todavía no era momento de sublevarse, pues la muerte de Evita había producido una galvanización del peronismo, y un abroquelamiento de los trabajadores en torno a su líder indiscutido.
Perón triunfó contundentemente en las elecciones de 1952 ampliando su apoyo hasta alcanzar un 62,49% de los votos. Las dificultades de la oposición para articular una opción política electoral al peronismo, impulsaría a muchos sectores a la actividad golpista e incluso terrorista. El 15 de abril de 1953 se produjo un grave atentado terrorista contra una manifestación sindical organizada por la CGT en la Plaza de Mayo, resultando asesinados 5 trabajadores y 95 heridos.
El conflicto con la iglesia católica, que se agrava rápidamente y el enfrentamiento de Perón con los sectores políticos católicos (DC) precipitó la conspiración en su contra. Perón había llamado a una Convención para separar a la iglesia del estado, lo que puso a los sectores católicos en pie de guerra junto a los otros sectores que venían conspirando.
En marzo de 1955, funciona el congreso de la productividad y los empresarios pretenden reducir las conquistas obreras para aumentar la productividad, entrando en colisión con la CGT. El Frente Nacional entra en crisis.
En abril de 1954, las elecciones para legisladores y vicepresidente (Quijano había muerto) arrojan amplia mayoría para el Partido Peronista, especialmente en el padrón femenino y en las provincias del interior, con el 63,2% de los votos.
Segundo intento de golpe: la Masacre de Plaza de Mayo
El 16 de junio de 1955, un grupo de civiles y militares reaccionarios sobrevolaron la Plaza de Mayo en un supuesto desfile aéreo que había sido dispuesto por el Ministro de Aeronáutica como acto de desagravió a San Martín y de adhesión a Perón, pero que culminó en un salvaje ataque a la ciudad indefensa, en lo que fue el bautismo de fuego de la aviación naval.
Dicho ataque tenía como objetivo abrir camino a una tropa de la infantería de marina al mando de Toranzo Calderón que debía tomar por asalto la casa Rosada y asesinar a Perón.
El levantamiento militar en el que la Aviación Naval bombardeó Buenos Aires es consecuencia del odio irracional de la oligarquía, alimentado ya desde las históricas jornadas del 17 de octubre de 1945, y que fue vomitado sobre la ciudad indefensa en una mansalva de bombas y metralla que dejo un saldo de más de 300 muertos y millares de heridos.
Se combatió por aire, mar y tierra. Aviones de la Marina se enfrentaron a los de la Fuerza Aérea y atacaron a unidades del ejército que convergían sobre el epicentro de la ciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Gobierno, los alrededores de Plaza de Mayo, el Ministerio de Guerra, el Departamento Central de Policía, la zona aledaña a la Residencia Presidencial, en la zona norte del Gran Buenos Aires en el barrio de Olivos y otros sectores de la ciudad.
La reacción del pueblo fue instantánea. Gran cantidad de trabajadores convergieron hacia la Plaza de Mayo y la CGT y al grito de "La vida por Perón" reclamaron armas y ofrecieron su apoyo en la defensa del gobierno constitucional y colaboraron en la lucha contra las fuerzas sublevadas.
Perón dejó la represión en manos del ejército, que llegaría más tarde y comenzaría el ataque sobre el Ministerio de Marina (al mando del General Valle, el mismo que será asesinado por la Fusiladora en 1956), que hacía de sede del comando rebelde, al tiempo que el pueblo seguía llegando a la Plaza en todo tipo de transporte y portando todo tipo de armas.
El Regimiento de Granaderos a Caballo y cuerpos del Ejército, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a la cabeza, lograron rechazar el ataque de la Infantería de Marina sobre la Casa de Gobierno y rendir al Ministerio de Marina, donde se había concentrado el alto mando rebelde, cuyo jefe, el Contralmirante Benjamín Gargiulo, al ver fracasada la asonada, se suicidó.
Por la noche, millares de militantes peronistas incendiaron los principales templos del casco histórico de la ciudad, la Curia Metropolitana y los edificios de importantes instituciones, por el apoyo que dieron a los golpistas.
Perón llama a la "convivencia democrática"
El fracasado intento subversivo sería la señal de que el conflicto entre el gobierno y la oposición ya no tenia retorno. O Perón profundizaba la revolución apoyado en la inmensa mayoría del pueblo argentino, o el proceso revolucionario iniciado en 1945 se truncaba.
En julio, Perón hace un llamado a los opositores para pacificar el país, apostando por la "convivencia democrática" y "la consolidación nacional". Con la sangre aún caliente de los millares de víctimas de la descabellada masacre de Plaza de Mayo, Perón llama a la conciliación y no a la lucha. Se ocultó el verdadero número de víctimas de los bombardeos y se negó a fusilar a los principales responsables.
Perón invita a la oposición a la conciliación y pacificación del país, y la oposición lo rechaza con argumentos bizantinos y pretensiones desmedidas, mientras continúa con la conspiración, el sabotaje y los atentados, alimentados por una oligarquía ávida de recuperar el poder que le había sido arrebatado en 1946.
La oligarquía estaba dispuesta a llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias: la franca confrontación entre los beneficiarios y los enemigos de la Nueva Argentina. Ya lo había demostrado con el bombardeo de Plaza de Mayo.
El golpe final del 16 de septiembre de 1955
El 16 se septiembre de 1955 estalló en Córdoba la insurrección militar que daría inicio a la autodenominada Revolución Libertadora.
Los rebeldes contaron con el apoyo de los llamados "comandos civiles", políticos gorilas que combatieron contra las tropas leales al presidente Perón en Alta Córdoba, y mantuvieron escaramuzas en distintos puntos del país, ocupando edificios públicos y constituyeron un factor de enlace permanente con los militares sublevados.
Hubo fuertes enfrentamientos entre la Escuela de Artillería, su aliada, la Escuela de Tropas Aerotransportadas y la vecina Escuela de Infantería, leal al gobierno, en las afueras de Córdoba y se combatió en el epicentro de aquella ciudad, sobre todo frente al histórico Cabildo; en la Basa Naval de Río Santiago, atacada por la Fuerza Aérea leal y en el Río de la Plata, donde la Escuadra de Ríos sufrió serios daños. También se produjeron choques en Curuzú Cuatiá (provincia de Corrientes), en Cuyo y Entre Ríos.
Hubo duros enfrentamientos entre fuerzas del Ejército y la Aviación Naval en la zona de Sierra de la Ventana y Tornquist y combates de consideración en Bahía Blanca y la provincia de Río Negro donde un convoy fue atacado por aviones navales.
Por otra parte, la Marina bombardeó los depósitos de combustible y la Escuela de artillería antiaérea de Mar del Plata, amenazó con hacer lo mismo en la Destilería de La Plata y unidades rebeldes de la Fuerza Aérea atacaron aeródromos y bases leales en diferentes puntos de las provincias de Córdoba y Buenos Aires.
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