¿Será posible disponer de energía eléctrica ilimitada y gratuita en nuestras casas? En realidad ya podríamos tenerla. Al menos ya está inventado el método, pero la compañía Westinghouse lo compró hace décadas para mantenerlo archivado hasta ahora, porque puede convertirse en la ruina de un negocio enorme, de un “servicio” por el que pagamos puntualmente o nos cortan la luz.
El inventor de esta y muchas otras cosas tanto o más sorprendentes es alguien que justamente no quería ser llamado “inventor”, sino “descubridor”, un genio considerado loco por sus ideas de apariencia extravagante, que murió pobre y olvidado a los 86 años: el serbio Nikola Tesla.
En 1901 Tesla inició la construcción de una gran torre, de 65 metros de altura con una esfera de 20 metros de diámetro en su extremo superior, con la finalidad de usar las inmensas vibraciones eléctricas del planeta para conseguir energía ilimitada de la tierra a bajo costo. La energía seria transmitida gratuitamente a todo el mundo. La idea parecía tan alocada que le valió el desprecio de la comunidad científica y de los inversionistas, pero ya le habían adelantado dinero para la torre.
Cinco años antes, alguien que contribuyó al descrédito de Tesla, George Westinghouse, presidente de la compañía de electricidad que todavía lleva su nombre, compró las patentes inventadas y por inventar por Tesla para no desclasificarlas jamás en pro del lucro y de evitar el riesgo tremendo, para él, de que que tecnologías como los rayos X, el láser, el tubo fluorescente, el radar y la electricidad fueran gratis para la humanidad, como Tesla quería.
Tesla se había preguntado para qué servirían en el pasado remoto los obeliscos, que observó eran de piedra granítica y estaban a menudo junto a canales. Las explicaciones convencionales los consideraban monumentos fálicos para honrar a los dioses y arriesgaban que estaban junto a canales porque era muy difícil y costoso trasladarlos tierra adentro a partir del lugar donde habían llegado las piedras para construirlo.
Por supuesto que esto no podía ser una dificultad para quienes habían transportado piedras enormes a través de miles de kilómetros, y no iban a quedar desfallecidos junto al canal sin ánimo de hacer algunos kilómetros más.
Tesla conjeturó que el canal era una fuente de energía hidráulica para mover máquinas que generaban energía que luego era transmitida desde el extremo del obelisco a otra construcción similar. Eran el equivalente antiguo de las redes de transporte de electricidad, pero sin cables: la idea le sirvió para llevar adelante su invento de energía gratuita para todos.
Tesla veía el mundo muy diferente de sus contemporáneos, pero no tan diferente de lo que lo vemos nosotros: “en un futuro próximo veremos una gran cantidad de aplicaciones de la electricidad: Podremos dispersar la niebla mediante fuerza eléctrica. Centrales sin hilos se utilizarán con el propósito de iluminar los océanos. Se conseguirá la transmisión de imágenes mediante hilos telegráficos ordinarios (transmisión sin hilos de inteligencia y energía)”.
“Otra valiosa novedad será un máquina de escribir operada mediante la voz humana. Tendremos eliminadores de humo, absorbedores de polvo, esterilizadores de agua, aire, alimentos, y ropa. Se convertirá en imposible contraer enfermedades por gérmenes y la gente del campo irá a las ciudades para permanecer allí”.
“Transmisión de energía sin hilos (producida por generadores que no contaminan) para que el hombre pueda solucionar todos los problemas de la existencia material. La distancia, que es el impedimento principal del progreso de la humanidad, será completamente superada, en palabra y acción. La humanidad estará unida, la guerras serán imposibles, y la paz reinará en todo el planeta”.
“Dentro de pocos años un sencillo aparato nos hará capaces de recibir, en tierra o mar, las noticias del mundo, escuchar un discurso, asistir a una lección o escuchar música proveniente de cualquier otra región del globo (Cuando Tesla “vio” esta posibilidad, nadie pensaba ni imaginaba la realidad que hoy son las computadores e internet. Expresiones como ésta probaban más su chifladura que su genio, al menos para sus contemporáneos)
Tesla era propenso a desórdenes de salud que algunos han considerado alucinaciones.
Pero quizá sea mejor hablar de memoria fotográfica, que le permitía “ver” el diagrama de sus inventos sin necesidad de papel, solamente en su mente. Así pudo encontrar la solución al problema de crear un motor eléctrico que funcionara con corriente alternada, la misma que tenemos en nuestros domicilios. El significado de este invento para la vida moderna es difícil de imaginar. De él depende el amplísimo uso que hacemos hoy en día de la electricidad, sin la cual nuestra civilización no se concibe.
Claro que su capacidad de “ver” no se limitaba a sus inventos. Narra que en cierto momento “vio” a su madre muerta y no tuvo dudas de que había muerto en realidad. Casi enseguida le llegó la noticia temida: la mujer, posiblemente de quien heredó su capacidad inventiva, acababa de fallecer. Pero él ya lo sabía porque lo había visto.
“Vio” también cómo usar corrientes alternas para crear un campo magnético rotatorio, el principio del funcionamiento de los motores eléctricos.
Creó el campo magnético rotatorio usando dos circuitos con corrientes desfasadas. Hasta entonces los intentos habían chocado con la imposibilidad de crear una rotación continua del rotor o parte móvil del motor unida al eje, que sigue la rotación del campo eléctrido del estator, o parte fija, porque los ingenieros usaban un solo circuito y no dos desfasados.
Luego amplió la idea del campo magnético rotatorio hasta incluir corrientes de tres, cuatro, y seis fases diferentes. Logró desarrollar verdaderos sistemas de potencia de múltiples fases. Actualmente son comunes a partir de cierta potencia los motores trifásicos.
Ayudado económicamente por Johan Astor, propietario del hotel Waldorf Astoria, Tesla se propuso probar su hipótesis de que la tierra contenía grandes cantidades de cargas eléctricas que si eran perturbadas por descargas repetidas a intérvalos adecuados producirían ondas de baja frecuencia resonantes de magnitud inmensa, planetaria.
Con el dinero de Astor, Tesla construyó en Colorado un laboratorio con una torre y mástil cubierta por una esfera de cobre de 70 metros de altura.
Construyó un oscilador de alta frecuencia gigante, que bautizó “transmisor de potencia” con la finalidad de excitar eléctricamente a la tierra para producir unaa transmisión de energía inalámbrica a grandes distancias.
Se dispuso a causar ondas resonantes en la tierra con sus descargas de alto voltaje. Esas ondas podían suministrar grandes cantidades de energía eléctrica para ser distribuida sin costo y conectada por todos los usuarios del mundo.
Dicen las crónicas de la época que la prueba inicial de su transmisor fue exitosa. Del mástil surgieron rayos lumínicos de 135 pies de extensión, y los estallidos relampagueantes se escucharon a 15 millas del lugar. Luego sobrevino el silencio y la oscuridad.
“Al principio, Tesla creyó que sus asistentes habían apagado la energía. Luego de cerciorarse que no era el caso, telefoneó a la compañía eléctrica para solicitar que restablecieran su energía. Le respondieron entonces que su experimento había destruido su generador. Todo Colorado Springs estaba a oscuras. Un generador de emergencia devolvió la luz a la ciudad, pero a Tesla le dijeron que sólo restablecerían su servicio eléctrico una vez que reparase los daños causados a su generador”.
Más tarde, con fondos provistos por el banquero Pierpoint Morgan, Tesla insistió en su proyecto en Long Island, con su gran torre de Wardenclyffe. El proyecto cruzó el aire de grandes descargas, pero era demasiado ambicioso, los precios se dispararon y finalmente debió entregar la torre a sus acreedores, que no tenían ningún interés en sus ideas sino solo en recuperar su dinero.
La transmisión por todo el mundo de energía eléctrica sin cables en base a la conductividad eléctrica de la tierra, la idea que Tesla sabía factible pero no pudo hacer práctica, debía funcionar mediante la trasmisión de energía por medios naturales y el uso de la corriente trasmitida entre los dos puntos para alimentar dispositivos eléctricos.
Hoy es posible mediante un rayo ultravioleta de alta potencia que produzca un canal ionizado = por consecuencia conductor de la electricidad= en el aire, entre las estaciones de emisión y recepción. El principio es usado en pararrayos, en el electro láser y se ha propuesto para inhabilitar vehículos.
En medio de apuros económicos, Tesla aceptó el dinero que le ofreció otro inventor y escritor, que lo admiraba desde la época en que ambos vivían en Europa, Hugo Gernsback, que pasa por creador del género literario de ciencia ficción.
En la revista de Gernsback, Tesla expuso ideas que hoy son en parte de ciencia ficción y en parte están realizadas o parecen realizables. Entre las más fantásticas están una máquina para capturar y utilizar energía de rayos cósmicos, fuente de energía de altísima frecuencia de vibración proveniente del espacio exterior; una técnica para establecer comunicación con otros planetas y un arma de partículas de rayos para destruir una armada de 10.000 aeronaves a 250 millas de distancia.
Pero hay otras más cotidianas, prácticas, mundanas: diseños para un velocímetro de automóvil y una luz delantera locomotiva. Al vender estas ideas obtenía pequeñas cantidades de dinero, pero dadas sus innumerables deudas, vivió en un estado cercano a la pobreza por el resto de sus días.
En 1898, en una exhibición en el Madison Square Garden de Nueva York, Tesla arrojó a una pileta una pequeña réplica de un buque de guerra y lo hizo acelerar y detenerse, girar a izquierda y derecha solo con el “poder mental”. Dejó estupefactos a los espectadores, pero en realidad tenía en la mano un “control remoto” esos aparatitos hoy tan comunes, que él inventó y usó por primera vez. Pero cuando quiso interesar a la Armada norteamericana en un “submarino guiado por la mente”, tal como había manejado la maqueta en la piscina, otra vez sobrepasó lo que sus contemporáneos estaban dispuestos a aceptar y solo encontró indiferencia.
Tesla obtuvo su título de ingeniero en tres años en Europa. Su formación científica era académica y convencional, pero sus concepciones iban mucho más allá, y le valieron siempre la incomprensión de sus contemporáneos científicos, cuando no la reputación de “chiflado”, desmentida por una genialidad que no ofrece lugar a dudas y sobre todo por sus inventos, capitales para la industria eléctrica moderna.
Fue influido en los Estados Unidos por las ideas del hinduismo, al menos en la versión heterodoxa del Swami Vivekananda, un hindú que por entonces fundaba templos para su “misión” en los Estados Unidos, y que fue un discípulo infiel de Ramakrishna.
La influencia de Vivekananda y de las concepciones del Vedanta se ven en el uso que hizo Tesla terminología sánscrita para describir fenómenos naturales, quizá porque la consideraba más adecuada a la naturaleza de las cosas que los términos fundados en idiomas occidentales.
Tesla hablaba de Aksha (éter o quinto elemento), Prana (fuerza vital no corpórea sino “sutil”) como la fuente de la materia. (El Samkhya considera que el mundo corpóreo tiene su “principio” en el mundo incorpóreo o “sutil” así como éste a su vez en el mundo “informal” o fuera de las formas, no manifestado ni fenoménico)
Para 1891, Nikola Tesla había inventado la iluminación fluorescente, el motor de corriente alterna, sistemas de generación y transmisión de energía, sistemas de conversión y distribución eléctrica por descargas oscilantes, y un generador de corriente de alta frecuencia entre otras cosas. Durante su vida patentó más de 700 invenciones.
En 1891 patentó lo que todavía espera para ser su invento mas importante: la base para la transmisión inalámbrica de corriente eléctrica, la bobina transformadora Tesla.
Dijo entonces: “antes de que pasen muchas generaciones, nuestras máquinas serán alimentadas por una potencia obtenible en cualquier punto del universo. Esta idea no es nueva… La encontramos en el delicioso mito de Anteo, el gigante al que Hércules derrotó alejándolo de la Tierra quien se nutre de poder desde la Tierra; la encontramos entre las sutiles especulaciones de uno de sus espléndidos matemáticos… A lo largo del universo hay energía: ¿es esta estática o cinética? En el primer caso nuestras esperanzas son vanas, en el segundo –y esto lo sabemos con certeza- entonces no es más que cuestión de tiempo para que los hombres tengan éxito en sincronizar su maquinaria con los engranajes mismos de la naturaleza”.
En su momento rechazó el premio Nobel de física, que debía compartir con Tomas Alba Edison, supuestamente por diferencias con éste, que se habría apropiado de muchas de sus ideas en los tiempos en que Tesla era su empleado. Pero también porque Tesla detestaba a los inventores por el estilo de Edison. El se consideraba un “descubridor”, palabra que recubría una gran divergencia de fines con los inventores.
Edison miraba ante todo a la aplicación comercial de sus inventos, incluso a la ganancia sin más; pero Tesla nunca perdió de vista que se trataba de poder personal, del poder nacional, de poder mundial, y desde que supo de las doctrinas de la India, del poder del karma, la ley de solidaridad universal que ata al hombre con el cosmos, y según él, en resumen, del “poder del amor” con lo que se situaba en rigor más allá del cosmos y del mundo físico, cosa incomprensible y absurda para Edison. “Los sabios nos indican que para disfrutar el poder debemos desapegarnos del poder”, según una paradoja bien conocida pero mal comprendida.
Los entusiastas actuales de Tesla llegan a comparar sus proyectos con la construcción de la torre de Babel, relatada en la Biblia. Uno de ellos afirma: “la curiosidad humana y las gestas tecnológicas ponen nervioso a Dios; Dios derriba el proyecto, confunde las lenguas”.
Especulando un poco podríamos considerar que fue este aspecto del dios judeocristiano el que hizo que Tesla lo abandonara, a pesar de que era el dios de su padre sacerdote, y se interesara en las ideas que le comunicó Vivekananda.
Tesla escuchó una exposición de Vivekananda en el “Parlamento de las Religiones”, reunido en los Estados Unidos a fines del siglo XIX bajo inspiración protestante, y quedó impactado por el imponente edificio de la cosmogonía contenido en uno de los seis “darsana” de la India, el Samkhya.
En especial lo sorprendieron algunas semejanzas entre la teoría de la materia y la energía del Samkhya y la de la física moderna.
Vivekandanda, tras una reunión con Tesla arreglada por Sara Bernard, escribió en su diario: “el señor Tesla estaba encantado al escuchar sobre el prana y el akasha védicos y los kalpas (grandes eras del mundo según la doctrina de los ciclos), los cuales, a su juicio, son las únicas teorías que la ciencia moderna puede albergar (…) El señor Tesla cree poder demostrar de forma matemática que fuerza y materia son reducibles a energía potencial. Hemos quedado en reunirnos la próxima semana para que me enseñe esta demostración matemática”.
Al parecer, Vivekananda esperaba que Tesla mostrara que la materia era energía potencial, ya que ello reconciliaría los Vedas con la ciencia moderna.
Tesla entendió la terminología y filosofía sánscritas, y las encontró un medio adecuado para describir los mecanismos del universo tales como los veía a través de sus ojos.
Pero no encontró la identidad entre energía y materia. La demostración matemática del principio vino diez años después, al publicar Einstein su teoría de la relatividad. La fórmula de Einstein indica que la energía es igual a la masa (materia) por la velocidad de la luz elevada a la segunda potencia. Lo que para oriente era conocido desde siempre, fue entonces también conocido y cuantificado por occidente.
Hoy los astrónomos apuntan radiotelescopios al cielo buscando señales de inteligencia en otros planetas. En su momento, Tesla escuchó proveniente del espacio exterior series de sonidos que interpretó como de origen marciano. Algunos extravagantes lo han considerado a él mismo como marciano porque no pueden entender de donde venia su increíble creatividad. Uno de ellos resume: “aplastado por la burocracia, la envidia y las conspiraciones a principios del siglo XX, pero ratificado a mediados del mismo, y afortunadamente, cada vez más recordado por todos en el comienzo de este siglo XXI”.
Tesla no era marciano. Era hijo de un sacerdote de la iglesia ortodoxa serbia y de una mujer que nunca aprendió a leer pero que tenía gran capacidad para crear artefactos de uso doméstico. Nació en Smiljan, pequeña localidad en el Imperio austriaco, actual Croacia, ex Yugoeslavia, el 28 de junio de 1856.
Asistió a la escuela en la ciudad de Karlovac, donde completó en tres años el plan de estudios de cuatro.
Luego estudió ingeniería eléctrica en Gratz, hoy Austria, pero solo un semestre, ya que el título de ingeniero lo obtuvo en Praga, donde sufrió la influencia del físico y filósofo empiriocriticista Ernst Mach.
A los 35 años se hizo ciudadano norteamericano, y murió en Nueva York en 1942, a los 86 años de edad.
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TESLA.