Perteneció a la familia Goldaracena, dueña de un holding empresario que quebró a mitad de la década de 1990. Por segunda vez la Legislatura sancionó una ley de expropiación que pretende incorporar la propiedad al patrimonio público.
Aunque para eso, el fisco deberá desembolsar una suma superior al medio millón de pesos. El 31 de marzo de 2009 la titular del Consejo de Tasaciones de la Provincia, Patricia Ruiz Díaz, produjo un informe que dio cuenta que las 11 hectáreas del casco de la estancia tienen un valor de 416.068,85 pesos. Pero esa cifra quedó desactualizada, y ahora se estima que su cotización superará el medio millón de pesos.
Pero para establecer la cifra exacta, será necesario realizar una nueva tasación. Así podrá hacerse efectivo el texto de la Ley Nº 10.009, sancionada el 16 de diciembre de 2010 por la Legislatura, por la que se ratificó la vigencia de la declaración de “utilidad pública” de ese inmueble que se había dictado en 2008.
La incorporación al patrimonio público del casco de la estancia tiene por fin destinarlo al funcionamiento de un museo y convertirla también en un predio de actividades culturales, recreativas y sociales.
Hasta la declaración de utilidad pública, y consecuentemente la expropiación del predio, el casco, ubicado en el Distrito Raíces al Sur, Maciá, Departamento Tala, perteneció a Mario Juan Goldaracena.
El casco de la estancia supo albergar parte de la historia de Maciá, un pueblo ubicado en el centro de la provincia, y fue ese el punto de inicio de todo el poblado. Un tal Acebal fue su primer dueño, y ese tal Acebal fue quien pactó con los ingleses de la Entre Ríos Railways Compny Ltd., durante la gobernación de Salvador Maciá (1895 – 1899), extender el ferrocarril entre Sola y San José de Feliciano, y ese hecho, la extensión del ferrocarril, es el hito fundacional de esta ciudad.
El 11 de octubre de 1899 queda formalmente inaugurado ese ramal.
Con el tiempo, la estancia fue pasando de mano en mano, hasta que fue adquirida por Eusebio Goldaracena. Joaquín Goldaracena, hijo de Eusebio, fue el primero que intuyó la necesidad de que el caserío que se había formado alrededor de la estación tuviera un desarrollo urbanístico pensado como un asentamiento regular. Y Mario Goldaracena, hijo de Joaquín, que se casaría con Artemia Tezanos Pinto, aportó parte de sus propiedades para que el pueblo tuviera un cementerio y el primer hospital, y hasta una cancha de fútbol.
En manos de los Goldaracena, San Eusebio no volvería a cambiar de manos. Pero corrió la misma suerte que el grupo empresario, y a mediados de 2008 estuvo a punto de ser rematada. La movilización de los maciaenses la puso a resguardo de la subasta.
La preocupación estaba centrada no sólo en el futuro del casco histórico, sino también en la suerte que hubiera corrido un morador peculiar: en San Eusebio existen restos fósiles de un gliptodonte. Los restos habían sido hallados por Manuel Tezanos Pintos, que era un amante de la arqueología, en la Estancia La Armonía –ubicada en las inmediaciones de Gobernador Sola–; de allí, llevó los huesos del animal hasta San Eusebio. Allí los conservó, sin ser tocados, por 80 años, junto a una chapa de metal que indica dónde fue hallada.
En noviembre de 2008 la Legislatura había sancionado una primera ley de expropiación que, sin embargo, quedó sin efecto al haber pasado el tiempo que marca la ley sin que se hubiera hecho efectiva. Ya entonces se había dispuesto que el inmueble “deberá tener como destino el funcionamiento de un museo y un predio de actividades culturales, recreativas y sociales, para lo cual se deberán realizar las tramitaciones pertinentes para su declaración como Monumento Histórico Provincial”.
En agosto de ese año el anuncio de remate de este predio movilizó a los habitantes de Maciá para evitar que se pierda el gliptodonte que, como atractivo principal, estaba dentro del casco de la estancia. Además, la vieja casona aún alberga muebles y objetos de principios del siglo pasado muy ligados a la historia del pueblo. Entre sus paredes se puede ver una colección de fotografías viejas y un grupo de lanzas que fueron usadas en la Batalla de Caseros.
Carmen Ghiglione, una de las vecinas de la localidad movilizada en aquel momento, relató que el fósil “fue rescatado por Manuel Tezanos Pintos, que era un amante de la arqueología. Lo encontró en la Estancia La Armonía –ubicada en las inmediaciones de Gobernador Sola– y lo llevó hasta San Eusebio. Allí la conservó, sin ser tocada, por 80 años, junto a una chapa de metal que indica dónde fue hallada”. El bien iba a ser rematado junto con el inmueble.
Pero entonces la disposición de la Legislatura se encontró con la estrechez financiera de la provincia que impidió adquirir el casco de la estancia San Eusebio.
Un informe elaborado el 12 de mayo de 2009 por la Dirección de Presupuesto del Ministerio de Economía destacó que “las previsiones sobre los recursos económicos que se proyectan recaudar en el corriente ejercicio ya se encuentran totalmente distribuidos y/o asignadas en cada una de las jurisdicciones y/o entidades en función de las políticas definidas en el presupuesto anual, respetándose en materia de incremento del gasto público los límites máximos que establece la Ley Nacional de Responsabilidad Fiscal, no existiendo en tal sentido reservas que permitan atender gestiones particulares”.
Pero además, el informe rubricado por el contador Hugo Zubillaga, director de Gestión Presupuestaria, puso de manifiesto “el contexto económico y financiero internacional que afecta al país y del cual no es ajena nuestra provincia, situación que impacta en forma negativa en las cuentas públicas, provocando al menos en el corto plazo inconvenientes de orden financiero”.
Ahora la situación sería distinta, y aquella expropiación podría concretarse sin ningún tropiezo.
Garantizan los recursos para la adquisición
El senador provincial Juan Navarro (PJ–Tala) dijo que están garantizados los recursos que permitirán expropiar e incorporar a los bienes del Estado el casco de la estancia San Eusebio.
Al respecto, mencionó que hubo un compromiso formal del Poder Ejecutivo para destinar los fondos necesarios para adquirir parte de la estancia de los Goldaracena.
El legislador, que fue uno de los impulsores de la sanción de la ley de expropiación, dijo que así quedó convenido durante un encuentro entre autoridades provinciales y el intendente de Maciá, el radical Ricardo Troncoso.
“En realidad, los recursos estaban. Solamente que cuando lo habíamos conseguido, ya había expirado el plazo para realizar la expropiación. Entendemos que no tendría por qué haber ningún inconveniente”, aseveró el legislador.
Lo que restaba, apuntó Navarro, era ratificar la decisión de la expropiación del casco de la estancia. “Ahora se podrá convertir en un museo, y también en un lugar de esparcimiento y recreación para toda la gente de Maciá. Eso ya lo tiene definido el intendente de la ciudad”, añadió.
“Esta estancia es parte de la historia, sobre todo de Maciá, ya que a partir de ahí se empezó a desarrollar el pueblo”, puntualizó.
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