La enorme estructura subterránea cruza el patio del histórico colegio de Concepción del Uruguay. Es un espacio abovedado de unos seis metros de alto. Quedaron al descubierto por las obras de refacción en el edificio.
En las últimas horas, muchas de esas afirmaciones encontraron un asidero concreto luego que viera la luz una larga estructura abovedada situada en el patio del Colegio del Uruguay, y de la cual, investigadores uruguayenses ya habían dado cuenta en su momento esgrimiendo explicaciones razonables que afirman que estos espacios eran comunes en la edificaciones grandes del siglo XIX y tenían otros usos.
El descubrimiento
El establecimiento se encuentra en pleno proceso de remodelación y reparación de su estructura, y en el marco de esos trabajos los operarios se encontraron hace pocas horas con un enorme espacio hueco debajo del patio, lo que motivó la sorpresa inmediata de los trabajadores y de la gente que no sabía de la existencia de este lugar.
La longitud estimada del espacio es de unos 10 metros, tiene paredes de mampostería, sus extremos están bloqueados y el techo es abovedado, con ladrillos que en su parte más alta supera los seis metros.
En el fondo del hueco varios centímetros de agua, restos de algunos elementos flotando y un calor insoportable hacen del lugar un espacio poco acogedor para un escondite.
A uno de los lados, penetra desde lo alto de la bóveda, una estructura de hormigón a modo de columna que llega hasta la base del túnel. Se trata de los cimientos del mástil del patio del Colegio que se sostiene de esta manera ingresando a lo profundo de esta cavidad hasta afirmarse en el piso.
Mitos y realidades en la historia urbana
Justo José de Urquiza es un personaje histórico con gran cantidad de aspectos llamativos, la construcción de un palacio en el medio del campo con un lago artificial, sus decenas de hijos, sus estrategias políticas y de combate, sus campos, su dinero y su poder.
Todo esto, afirman, le generó incontables enemigos, y por lo tanto su espíritu previsor le habría hecho diagramar estrategias de escape de los lugares donde podría haber sido atacado o rodeado.
Con esa base afirman que habría hecho excavar enormes zanjas donde se levantaron paredes y se cerraron con techos abovedados de ladrillos. Una vez terminada la construcción todos eran nuevamente tapados con tierra y disimulados para siempre debajo de la construcción subsiguiente. Así afirman que se hicieron túneles en el Palacio San José, en el Colegio del Uruguay, debajo de la Basílica Inmaculada Concepción, e incluso desde la antigua comandancia hacia una parte de la zona portuaria donde lo esperaría una embarcación lista para el escape.
Antecedente
De todas estas anécdotas muy pocas se han podido comprobar. Sin embargo, a fines de los 70, en pleno proceso de construcción del actual edificio del centro cívico, una retroexcavadora terminó medio hundida en la esquina de Moreno y San Martín, a la altura de lo que hoy es la explanada del Centro Cívico. Su pala había roto el techo abovedado de un túnel, y la máquina terminó peligrosamente inclinada hacia el hueco bajo su pala. El túnel se extendía de este a oeste, rumbo al río, sus extremos estaban bloqueados por tierra y había vestigios de haber sido utilizados en épocas no tan lejanas. Algunas patentes de bicicleta, tapas de botellas y otros elementos menores fue lo único que se pudo rescatar del lugar. No hubo entonces mucho tiempo para la investigación, ya que la empresa encargada de la obra demandó derrumbar y rellenar el lugar para continuar la construcción, y así se hizo.
Una utilidad verdadera de uso diario
Se puede observar en el techo del túnel redescubierto en el Colegio Justo José de Urquiza, un espacio donde se presume podría haber estado el brocal del aljibe, hoy desplazado de su ubicación original en el patio.
Este último detalle es el que confirma la versión más seria sobre el uso real de este túnel, que no sería otro que el de ser una inmensa cisterna para contener el agua de lluvia que serviría para abastecer a toda la institución en los distintos usos que demandaba.
La utilización de cisternas era común en las construcciones del siglo XIX, época de la que data el Colegio Justo José de Urquiza, y que concuerda con lugares similares encontrados o documentados, en otras edificaciones antiguas de la ciudad.
Cabe recordar que la ausencia del las redes domiciliarias de agua potable obligaba a la utilización de estos depósitos para contar con agua de forma permanente. El acceso a estas cisternas, generalmente se hacía a través de aljibes ubicados en los patios de las casas. De esta misma época son los aguateros, distribuidores que recorrían los domicilios proveyendo el servicio.
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