domingo, 31 de julio de 2011

Plantas para la salud: una vuelta hacia los saberes ancestrales.

La función de las plantas en nuestro planeta es compleja y diversificada. Todos los seres se valen de ellas como alimento pero también animales y humanos aprovechan sus propiedades medicinales o visionarias. Así se han convertido en prácticamente todo lo que nos contiene. La cátedra de Salud Pública de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), ha impulsado actividades que tiene por fin complejizar la concepción de salud y comprenderla como un proceso. En ese marco se llevó a cabo el Taller Introductorio sobre Plantas para el Cuidado de la Salud, a cargo de Zulma Moreyra. “Desde la cátedra, hace siete años que venimos intentando trabajar la salud desde una perspectiva amplia, de manera de recuperar lo que tradicional o convencionalmente la academia ha excluido. En ese sentido, a partir de entender la salud como una cuestión muy compleja enraizada en las tensiones propias de la producción social, creemos que se juegan ahí valores y decisiones que van mucho más allá de los oficiales, marcados por la perspectiva biomédica. Es necesario recuperar también los saberes y las prácticas de otros actores”, explicó el profesor Estaban Kipen. De esta manera a través de talleres, conferencias y ciclos se han recuperado otras formas de pensar y vivir la salud, en este caso las plantas fueron las protagonistas. Por Daiana Pérez, de ANALISIS DIGITAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedades. Ahora bien, a qué le llamamos salud. A partir de un seguimiento sobre la temática podemos advertir, que si bien ese es el concepto marcado por la mayor institución, hay otras formas de comprender y conceptualizar la salud.

Para Kipen, la biomedicina intenta establecer identidades únicas y valores arbitrarios fijados como los únicos posibles. “Desde esta perspectiva uno está sano si tiene ciertos valores y hace determinadas cosas. En cambio, desde nuestra perspectiva seria la capacidad del sistema humano, singular o colectivo de ir creando normas de regulación de acuerdo a los contextos y a los movimientos que se van produciendo. Creemos que eso tiene que ver con lo saludable, no con valores físico químicos, sino también con la capacidad de hacer, actuar, de relacionarse, de vivir con alegría, de emocionarse y de recrearse”, explicó.

Entender la salud por fuera de un ideal a alcanzar, concebirla como un proceso donde lo biológico, lo psíquico y lo social se integran, permite abrir las puertas para que otros actores y distintas voces puedan expresarse. De algún modo esta apertura ha dado la posibilidad a que otros conocimientos y cosmovisiones adquieran visibilidad.

Hierbas para la salud

Zulma irradia luz. Sus palabras detienen las agujas del reloj. Habla como si el tiempo no transcurriera. “Si bien uno lo siente desde chica, hay cosas que va incorporando a lo largo de la vida y es la vida misma la que te va llevando por un camino. Todas mis tías fueron medias brujas, todas ellas tienen esta cuestión espiritual desde lo mágico. Tenía una tía que era con la que me conectaba mucho que es con la que fui aprendiendo y viendo el uso de tarot, el péndulo, los yuyitos para quemar. Y una abuela que me heredó el amor y el gusto por las plantas. Después tuve un proceso muy fuerte de desprendimiento, a partir de ahí comencé todo un camino de aprendizaje de vivir la rueda. Vivir la rueda me cambió la cosmovisión de la vida”, relató.

Zulma Moreyra o Bruja como ella se define, fue la encargada del taller introductorio a las plantas para la salud. Tiene a su cargo el grupo MadreTierra que realiza diferentes actividades en búsqueda de un bienestar armónico con la naturaleza. Para ella, la salud se relaciona con vivir la rueda.

“Vivir la rueda, es vivir los ciclos de la naturaleza. Eso fue una cosa que me cambió la mirada misma de la vida. Es vivir en la primavera las energías de la primaverales: el renacimiento, sembrar los deseos, plantear proyectos. Vivir el invierno: es tiempo de meterse hacia dentro, de hacer introspección, de estar en silencio, trabajar los procesos internos y así ir viviendo cada una de las etapas”, detalló mientras señalaba los diferentes puntos cardinales en los que está orientada su “ruka”. Así llama Zulma, a su consultorio, un espacio circular montado bajo la tierra.

“Todos los pueblos originarios tienen una rueda medicinal, que tiene que ver con el movimiento del sol en la tierra. Son ocho festividades grandes, entre ellas hay cuatro que se refieren a las cuatro estaciones del año. Eso fue algo que me llevó a vivir la vida desde otro lugar. Comenzaron a surgir un montón de cuestiones que tienen que ver con el encuentro de la madre tierra”, ese encuentro que plantea Zulma con la naturaleza fue el que brindó en el taller. “Siempre cuento de que en este lugar las heladas son muy fuerte. Y yo decía: ¡Se me murió la planta! Pero cuando vos observas, en agosto o septiembre, todas vuelven a tener sus brotes. Entonces uno ve, que algo que estaba prácticamente muerto, sin vida, está renaciendo. Eso trasladado a nosotros. Cuántas cosas o vínculos creemos que están muertas y vuelven a la vida”, reflexionó.

“Esa conexión con la tierra fue llevándome al trabajo con las hierbas, al conocimiento de las plantas y así me fue transportando a la sanación de las personas”, contó, al tiempo que mostraba las cremas producidas por Madre Tierra.

La relación que planteó Zulma con las plantas está ligada directamente con una cosmovisión que busca un equilibrio entre la naturaleza y el hombre. Un equilibrio roto, que necesita enlazarse a cada paso. “Es importante hablar de plantas para la salud, y no solamente de plantas medicinales”, subrayó Kipen, para luego aclarar: “También está la relación con la planta, con los animales y con el medio. Esa relación debe ser saludable, implica que uno establece cierto tipo de equilibro, por eso una de las cosas que destaco del taller es la experiencia de Zulma. Ella propone una relación con un ser vivo que en todo caso hace una dacion, una parte de sí para que uno pueda mantener o recuperar la salud. Si uno hace un té no hace falta arrancar la planta de raíz, también es importante pedir permiso”. El pedir permiso tiene que ver con comprender la importancia de la vida de ese otro ser que en este caso sería la hierba.

Por ello, para Esteban es necesario “correrse de la lógica del recurso natural. No son recursos que están a disposición de la humanidad, son seres vivos que comparten nuestro planeta con los cuales tenemos una relación de ida y vuelta, y desde ese lugar reconocer que pueden influenciar nuestra salud de muchas maneras”. No obstante, para el profesor también es preciso “apartarse de la lógica romántica de que las plantas hacen siempre bien, hay algunas que son venenosas. Son seres que tienen características propias, hay que saber conocer, hay que recuperar saberes”.

Saberes ancestrales

“Todo lo que hago es rescatar saberes ancestrales. Recrear sobretodo, porque nosotros heredamos un montón de cosas, no solo de la familia sino de la comunidad”, comentó Zulma. La recuperación de los saberes ancestrales se atañe claramente con la incorporación de las plantas hacia un proceso de vida saludable.

“Tienen que ir donde los abuelos”, recomendó. “Ellos enseñan la medicina, porque ellos eran quienes tienen el contacto de la cosmovisión y vivían en armonía con la naturaleza y nosotros no vivimos así. Si ese arbolito está en el medio y nos molesta, -señaló el mandarino que crece en su patio- lo cortamos. El árbol estaba previo a nosotros, sus raíces están en comunión con las demás raíces. En el afán del progreso y el consumismo muchas cosas se van olvidando”, lamentó.

“Mirá acá tengo un pozo ecológico. ¡Larga olor, queda feo! dicen algunos, pero no es así. Es maravilloso por lo que le sirve a las plantas, porque reutilizas la tierra”, manifestó entusiasmada mientras lo exponía. “Es obvio que hay un montón de cosas que no hago”, suspiró, “pero por algo se empieza. Desde lo que uno puede hacer”, instó.

En cuanto al rescate de otros tipos de conocimientos, no es casual que una de las principales actividades que realiza año a año la cátedra de Salud Pública se denomine, Antiguos saberes, nuevas voces. “Cuando hablamos de recuperar saberes, creemos que la producción de conocimiento nació de este tipo de creencias”, destcó Kipen.

En ese sentido, apuntó: “La ciencia occidental es una forma, que tiene sus garantías en algún punto y sus sesgos y deficiencias por otro. Los saberes ancestrales emitidos de boca en boca tienen una validez muy grande”. Lo importante para el profesor es nuevamente repensar las conceptualizaciones: “No se trata de cambiar una verdad única, por otra verdad única. Si hoy la ciencia pudo demostrar, más allá de que uno tenga afinidad con un tipo u otro de conocimiento, que una planta tiene doce variedades… Bueno ese conocimiento mezclarlo con el otro. El tema es no entrar en antagonismos, en posiciones y búsquedas de hegemonías”.

Asimismo remarcó la importancia de no caer en la “separatividad de la que tanto se habla en estos días, para buscar la conectividad entre los saberes. Ver los puntos de anclaje”.

Por último, hizo una salvedad: “Hay que poder hacer una visión épocal de eso. Uno no puede decir que va a utilizar saberes ancestrales para tratar el sida o el cáncer. Hay que hacer algunas mediaciones porque son construcciones modernas, eso no estaba contextualizado así, no existía de esa manera, como entidad o diagnostico. Entonces no había un saber sobre eso. Sí que uno pueda bregar en esos conocimientos para hacer un abordaje de padecimientos actuales”.

De esta manera, queda en claro que el rescate de saberes ancestrales se encadena con una lógica de la multiplicidad, donde pueda emerger la diversidad de conocimientos y prácticas hacía lo saludable.

Complementareidad

Las discusiones categóricas también aparecen en la producción de conocimiento. Para algunos estos tipos de saber son alternativos. Otros en cambio, prefieren llamarlo complementarios. Lo cierto es que la utilización de las plantas con fines saludables ha estado siempre entre las prácticas de los hombres.

“Cuando uno habla de medicina complementaria, está suponiendo que algo se puede completar y eso no es muy posible. Segundo, si uno habla de complementaria también está conjeturando que hay una medicina dominante: la verdadera, única y la otra, ayuda. En definitiva creo, que todas las medicinas son complementarias. Todas se complementan entre sí. Todas colaboran e incluso se disputan. No cualquier intervención, de cualquiera de los múltiples abordajes del conocimiento son compatibles entre sí”, subrayó.

En cuanto a lo alternativo, el profesor recapituló: “Eso también plantea que hay una idea dominante y única o más verdadera que las demás y que las otras serían las alternativas. Lo peligroso de trazar ese concepto, es bosquejar relaciones de exclusión”.

Para finalizar, Kipen incentivó a “buscar más relaciones de complementariedad, de sinergismo. Búsquedas autónomas regidas por valores y decisiones informadas. Cada cual va haciendo una trayectoria, un recorrido individual, familiar, grupal, donde va recurriendo a distintos modos con los cuales se encuentra más cómodo, más satisfecho. La biomedicina es una forma muy valioso sobretodo en algunos terrenos, en otros habrá otras que también lo son".

Laicrimpo

“Somos todo río… Remanso de saberes confluyendo para la libertad”, reza la invitación realizada para el encuentro de saber popular que se realizará en Paraná en noviembre, Laicrimpo.

En 1990, un grupo de hermanas religiosas pertenecientes al movimiento Comunidades Religiosas Insertas en el Mundo Popular (Crimpo), y que de una u otra manera sus trabajos estaban relacionados con el cuidado de la salud, se autoconvocaron para tratar específicamente las condiciones de la población más vulnerable de las regiones del norte argentino. Año tras año, más personas concurrieron por sus propios medios para compartir lo que se hace en diferentes lugares por la defensa de la salud.

A partir de la confluencia de distintos y diversos actores sociales, se agregó a su nombre Lai, en alusión a la palabra laico. Desde ese tiempo hay el movimiento es conocido en todo el país como: Laicrimpo.

Como explicó Kipen se trata de un movimiento, que no tiene un lugar físico y es totalmente horizontal. “Sin ningún directivo, sino que cada vez que se hace el encuentro se organiza una comisión. Esto tiene poco que ver con lo institucional y se da otro tipo de relación, no hay jerarquías de los saberes, sino que cada uno participa desde lo que sabe”, datalló.

Participar de este tipo de experiencias es propiciado por todo el equipo de la cátedra integrado por las trabajadoras sociales Carina Carmody, Silvia Primo, Jésica Lorenzon, Priscila Leiss.

“Desde nuestra perspectiva teórica trabajamos la perspectiva de la complejidad, no hay un conocimiento acabado, único, ni últimos. Todos ellos son contradictorios, y complementarios. Poder moverse en ese mar de contradicciones, y de extensión permite un abordaje más rico de los fenómenos de la salud que son, insisto, fenómenos relacionados con la vida misma. Las propias tensiones de lo que somos, pudimos ser y de lo que no estamos siendo”, concluyó Kipen.

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