lunes, 4 de mayo de 2009

LA MASACRE DE VILLAGUAY DE 1921.

UN 11 DE FEBRERO DE 1921 TRABAJADORES FUERON REPRIMIDOS Y UNO MURÍO A MANOS DE UN POLICÍA.
En el libro "Villaguay mi Pueblo" del Dr. Justo José Miranda se hace conocer un hecho sucedido el 11 de febrero de 1921 en el cual hubo una salvaje represión en contra de una manifestación de trabajadores estibadores que reclamaban con anuencia del sindicato y se negaban a descargar bolsas de un colono porque el personal de la trilladora no estaba federado.
Imbuido de las ideas revolucionarias Aksentzoff, empleado del Fondo Comunal de Villa Domínguez, organizó el primer sindicato de estibadores que luego se extendió a los obreros de las trilladoras. Eso trajo violencia cuando un día los estibadores se negaron a descargar las bolsas de un colono porque el personal de la trilladora no estaba federado. El incidente provocó pugilato y detenciones policiales. Aksentsoff y los demas integrantes del sindicato fueron arrestados y conducidos a la jefatura de policía de Villaguay.
Para protestar sobre lo que consideraban un atropello, los socialistas encabezados por Marcos Wortman y Miguel Kipen organizaron un motín en la plaza de Villaguay al que asistieron Serebrinsky y otros socialistas de Concordia. Pero desde temprano circuló la versión, entre el vecindario, de que esa gente asaltaría y pocos escaparon de la treta y muchos concurrieron armados a la plaza.
En la siesta del domingo 11 de febrero de 1921, comenzaba carnaval, rodeaba la tribuna gente del pueblo y en su mayoría conservadores destacados y hombres de la "Liga Patriótica", de Carlés que habían ido a deshacer el motín.
Comenzó el obrero gráfico Nieves Cisneros a dar las razones del acto y a sus primeras palabras las interrumpió el grito insultante de "haraganes" y tras el grito un tiro. Y otro. Y puñetazos y corridas. Civiles a caballo tras los fugitivos, en pelo, a la carrera, llevando el caballo en las riendas y haciéndolo sentar sobre los garrones, enarbolados los rebenques como en cargas a degüello. Judíos que huían despavoridos hacia Domínguez y Clara. Criollos que les cortaban los bigotes a cuchillo. La policía sañuda. El sargento Filomeno Barrios, correntino mal enseñado, alrededor de la plaza apaleando a diestra y siniestra. El milico Bergara, tape guapo y sanguinario, tumbándolo de un planazo a Rossi, sindicalista de Paraná.
Muchos trataron de calmar a los excitados porque advirtieron la mentira que nadie había venido a asaltar, sino a reclamar justicia.
De pronto se oyó un grito desgarrador, terrible, de bestia herida de Alberto Montiel; su hijo Héctor yacía muerto junto a él, frente a la policía, entre las flores.
Héctor, ventiañero, estudiante en vacaciones. En un banco de la plaza una madre sentada con el hijo muerto de un balazo entre los brazos.
Días después llegó el diputado nacional Dr. Fernando Andreis a informarse pero en la estación no encontró cochero ni chofer que lo llevara al pueblo, ni hotel que lo alojara. Por suerte para la civilización el Dr. Benjamín Viera, su compañero de estudio, lo albergó en su casa.
Si bien no figura en el libro de Don Justo José Miranda, posteriormente se supo que en el informe elevado por el diputado De Andreis, este señala, según constató, que la "Liga Patriótica" actuó" en perfecto acuerdo con la policía" y con "la aprobación incondicional del gobernador", de extracción radical.

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