El gobernador de Santa Fe se formó en una "casa musical", tanto que le pusieron Hermes por un violinsta. Le gusta cocinar y dice que "el secreto de la pasta está en la salsa". Hincha de Atlético Rafaela, jugó al fútbol de chico, pero era "maleta, maleta".
"Si hay asado, asado. Sino, tallarines. Tengo una maquinita (para amasar), pero no la uso mucho porque es más fácil ir a la pasta seca. El secreto de la pasta está en la salsa, en preparar dos o tres distintas para que la gente elija. La que mejor me sale es una salsa común, bolognesa". Hermes Binner cocina sobre todo en las reuniones familiares: tiene cinco hijos y seis nietos a los que trata de "aprovechar" y a quienes intenta acompañar "en momentos trascendentes".
Gobernador de Santa Fe y precandidato a la Presidencia por el Frente Amplio Progresista, cree que es importante darle tiempo a la familia y las distracciones. "Es lo que nos hace sentir humanos. Sino, somos maquinitas y si uno es una maquinita termina requiriendo un cambio de aros. La vida hay que aprovecharla como es: hay tiempo para la lectura, para la formación, para ir a ver una obra de teatro", dice. Eso sí, a diferencia de su amigo Antonio Bonfatti, quien lo sucederá en la gobernación y con quien compartió incluso vacaciones, no le gusta ir de compras: "No tengo el hábito, no me atrae".
Se formó "en una casa musical" y a eso le debe su nombre. El también probó con el pentagrama, pero abandonó: "Ensayé alguna vez cantar, pero se caían los revoques de la casa". Su hermano tocaba el piano y su padre violinista –tocaba para ellos cuando se enfermaban- actuaba en dos orquestas: "Una era un poco más seria; él era muy amigo del violinista chaqueño Hermes Peressini y me puso Hermes a mí por eso. Y tenía otra para la diversión, para los carnavales, que se llamaba Los evadidos del pentagrama".
Desde chico lee mucho, aunque ahora un poco menos. "Tuve suerte en mi vida y reconozco lo que han sido mis padres. Me han comprado revistas, libros, me han llevado a espectáculos de teatro, y me enseñaban a apreciar lo que es el trabajo y la cultura". Al momento de elegir, habla de "tres ejes" literarios en su formación: lo social -pensadores fraceses-, lo económico -Adam Smith y David Ricardo- y lo político -los filósofos alemanes-. Pero se declara admirador del Negro Roberto Fontanarrosa –"el Inodoro (Pereyra) es genial y Boggie (el aceitoso) tiene sus cosas"- y de la también rosarina Angélica Gorodischer-. En el teatro, dice que "nunca" fue a ver a Midachi y que prefiere "el humor de Les Luthiers".
Fue buen estudiante, terminó la secundaria a los 16 y bromea que empezó antes la escuela porque en su casa "era muy molesto". Se llevó una materia, no recuerda si física o matemática. Y a los 26 terminó la especialización como anestesista pediátrico después de hacer la residencia en el Hospital Italiano de Buenos Aires tras estudiar medicina en Rosario.
La charla sobre los estudios pasa sola al fútbol. "Estudié 16 años a pocas cuadras de la cancha de Atlético Rafaela. Cuando uno toma una camiseta no la abandona en toda la vida", dice. Como con la música, admite que en el fútbol era "maleta, maleta": "Iba para adelante, pero nos llenaban de goles".
Juega al ajedrez y al truco, un poco por imposición del menor de sus hijos, con el que dice haber inventado "el ajetruco", una mezcla de deporte ancestral con el juego de cartas nacional. Y le gusta ir al tradicional bar rosarino El Cairo; ¿qué pide?: "Un cortado, una cervecita, hacen ricos los tostados, que allá los llamamos Carlitos".
Cuando era joven bailaba la música de los Beatles. Pero, para terminar de dejar en claro que sus destrezas no pasan por lo físico, reconoce: "Tampoco me destacaba bailando".
La respuesta a cuáles son sus músicos favoritos vuelve a mostrar su fanatismo por Santa Fe. "Tenemos a la trova rosarina, que renovó el rock nacional y que hoy tiene en (Jorge) Fandermole a uno de sus creativos más grandes. Fito (Páez) también, aunque se fue de Rosario y el de ahora mucho no me gusta (dice en referencia a las polémica columna que escribió el músico sobre las elecciones porteñas). Yo creo en el Fito de Dale Alegría a mi corazón".
Gobernador de Santa Fe y precandidato a la Presidencia por el Frente Amplio Progresista, cree que es importante darle tiempo a la familia y las distracciones. "Es lo que nos hace sentir humanos. Sino, somos maquinitas y si uno es una maquinita termina requiriendo un cambio de aros. La vida hay que aprovecharla como es: hay tiempo para la lectura, para la formación, para ir a ver una obra de teatro", dice. Eso sí, a diferencia de su amigo Antonio Bonfatti, quien lo sucederá en la gobernación y con quien compartió incluso vacaciones, no le gusta ir de compras: "No tengo el hábito, no me atrae".
Se formó "en una casa musical" y a eso le debe su nombre. El también probó con el pentagrama, pero abandonó: "Ensayé alguna vez cantar, pero se caían los revoques de la casa". Su hermano tocaba el piano y su padre violinista –tocaba para ellos cuando se enfermaban- actuaba en dos orquestas: "Una era un poco más seria; él era muy amigo del violinista chaqueño Hermes Peressini y me puso Hermes a mí por eso. Y tenía otra para la diversión, para los carnavales, que se llamaba Los evadidos del pentagrama".
Desde chico lee mucho, aunque ahora un poco menos. "Tuve suerte en mi vida y reconozco lo que han sido mis padres. Me han comprado revistas, libros, me han llevado a espectáculos de teatro, y me enseñaban a apreciar lo que es el trabajo y la cultura". Al momento de elegir, habla de "tres ejes" literarios en su formación: lo social -pensadores fraceses-, lo económico -Adam Smith y David Ricardo- y lo político -los filósofos alemanes-. Pero se declara admirador del Negro Roberto Fontanarrosa –"el Inodoro (Pereyra) es genial y Boggie (el aceitoso) tiene sus cosas"- y de la también rosarina Angélica Gorodischer-. En el teatro, dice que "nunca" fue a ver a Midachi y que prefiere "el humor de Les Luthiers".
Fue buen estudiante, terminó la secundaria a los 16 y bromea que empezó antes la escuela porque en su casa "era muy molesto". Se llevó una materia, no recuerda si física o matemática. Y a los 26 terminó la especialización como anestesista pediátrico después de hacer la residencia en el Hospital Italiano de Buenos Aires tras estudiar medicina en Rosario.
La charla sobre los estudios pasa sola al fútbol. "Estudié 16 años a pocas cuadras de la cancha de Atlético Rafaela. Cuando uno toma una camiseta no la abandona en toda la vida", dice. Como con la música, admite que en el fútbol era "maleta, maleta": "Iba para adelante, pero nos llenaban de goles".
Juega al ajedrez y al truco, un poco por imposición del menor de sus hijos, con el que dice haber inventado "el ajetruco", una mezcla de deporte ancestral con el juego de cartas nacional. Y le gusta ir al tradicional bar rosarino El Cairo; ¿qué pide?: "Un cortado, una cervecita, hacen ricos los tostados, que allá los llamamos Carlitos".
Cuando era joven bailaba la música de los Beatles. Pero, para terminar de dejar en claro que sus destrezas no pasan por lo físico, reconoce: "Tampoco me destacaba bailando".
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