El golpe militar en Argentina se concretó “porque tuvo el apoyo de sectores claves de la sociedad”, aseguró el secretario general de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), César Baudino. “Así, el golpe pudo ser porque las fuerzas armadas recibieron el apoyo de la oligarquía y sus aliados transnacionales y también de sectores eclesiásticos, políticos, sindicalistas traidores y de la clase media conservadora”.
Al recordar el 35 aniversario del fatídico golpe de Estado de 1976, el secretario general de Agmer analizó las circunstancias y el contexto histórico de esa época, que provocó uno de los momentos más difíciles en la Argentina.
Baudino recordó que en 1973 se constituyó la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), que unificó la dispersión de la docencia argentina y que fue fundante en los principios muy claros que tienen vigencia hoy: la autonomía de los partidos políticos, la patronal del Estado, una educación emancipadora, el compromiso antiimperialista y con la sociedad, con el cambio social, que se planteó desde el inicio de la organización”.
Para el sindicalista, “hubo dirigentes muy comprometidos con esa prédica a tal punto que tenemos que contar con la lamentable pérdida de 600 docentes muertos, desaparecidos, exiliados o cesanteados, entre otras consecuencias. También hay que recordar que los decretos Oscar Ivanissevich (ministro de Educación del gobierno peronista entre 1974-1975), buscaban controlar el pensamiento, el conocimiento, y definían lo que se podía y lo que no se podía trabajar, y hasta avanzaban en materias que, en apariencia, no tenían nada que ver con lo ideológico como matemática o geografía, pero que sí tienen que ver con distintos posicionamientos”.
Entre los docentes desaparecidos, Baudino evocó a Isauro Arancibia, uno de los fundadores de la Ctera, asesinado el 24 de marzo de 1976 por fuerzas de la represión. “En estos días se realizó una nueva edición del libro que relata su vida, La oruga sobre el pizarrón, del escritor tucumano Eduardo Rozenvaig. La Agmer adquirió 200 ejemplares que serán distribuidos en todas las seccionales del sindicato en la provincia”, acotó.
Análisis crítico
Para el dirigente, lo que generó el terrorismo de Estado es una sociedad del individualismo “que ha sido muy difícil de desterrar, más allá que hayan pasado 35 años. Esa característica, esa herencia, es la más difícil de desmontar, porque hay personas vinculadas a esa época que todavía siguen en puestos claves de la justicia, de organizaciones económicas o sindicales. No hay que olvidar que el golpe militar en Argentina se concretó “porque tuvo el apoyo de sectores claves de la sociedad. Así, el golpe pudo ser porque las fuerzas armadas recibieron el apoyo de la oligarquía y sus aliados transnacionales y también de sectores eclesiásticos, políticos, sindicalistas traidores y de la clase media conservadora”.
30 años, con compromiso
El gremialista precisó que entre los compromisos que asumió la comisión directiva central de Agmer, al cumplirse en 2011 el 30 aniversario de su fundación, se encuentra la revalorización de la Memoria. Por eso, para el 23 de mayo, día del Trabajador de la Educación, Eduardo Rozenvaig estará en Concordia brindando una charla para delegados y luego otra, que será abierta a la comunidad. El 24 de mayo, el autor de La oruga sobre el pizarrón, estará en Santa Elena, el 26 en Victoria y el 27 en Gualeguay.
Los 30 años de Agmer también se celebran con la inauguración de edificios en las seccionales y filiales de la provincia y la capacitación. Por eso, el sindicato realizará en mayo cursos de perfeccionamiento docente para trabajar la historia, la cultura y la prevención en salud, “tendientes a aplicar la soberanía pedagógica, que muchos discursean pero no aplican”, dijo Baudino, quien señaló que “los trabajadores de la educación debemos saber qué enseñar y cómo, dentro de las instituciones escolares, en el mismo camino que nos marcaron los fundadores de la Ctera, como Alfredo Bravo, Isauro Arancibia, Eduardo Requena, Marina Vilte, entre otros. Intentamos levantar y poner en práctica ese compromiso”.
Para Baudino, “quienes tenemos algunos años, tenemos que construir el puente generacional para tener la memoria viva, a fin que los ideales por los que peleaban los dirigentes de antes estén vigentes hoy con más fuerza y no se pierdan. No se trata de tener sólo memoria del pasado, sino que la vigencia de los derechos humanos esté presente en la actualidad. Por eso señalamos siempre que el hambre es un crimen, que la deuda externa es fraudulenta y odiosa, que para la distribución verdadera de la riqueza es necesaria una reforma impositiva progresiva; y que a pesar que las reservas en el Banco Central ascienden a los 52.000 millones de dólares, gran parte del país vive en la extrema pobreza”.
El secretario general de la Agmer reivindicó también los postulados de la Ctera y advirtió que en la sede gremial en Ciudad Autónoma de Buenos Aires “mágicamente desapareció un cuadro de la deuda externa”. “Intentamos, sin tener esa raíz histórica, seguir construyendo desde una mirada crítica en la realidad que nos toca vivir, en esto de la lógica que nos enseño el maestro Paulo Freyre”.
Del pasado al presente
Sobre si existe conciencia real en la generación actual de lo que fue el Proceso y la dictadura, el sindicalista consideró que “quienes pertenecemos a la llamada primavera democrática, sí tenemos muy arraigado lo que fue esa instancia, porque tuvimos la cercanía de los que venían de los ´70; hay muchos jubilados de la Agmer que entonces eran militantes y participaron de esa etapa arriesgada, apasionante, reformadora y transformadora. Sin embargo, las generaciones jóvenes y en particular la de los años ´90, que sufrió el vaciamiento cultural tan profundo que provocó el menemismo, no la tiene por esa circunstancia. Nosotros, como herederos de las generaciones anteriores, no pudimos, no supimos, o quizás, no nos dieron las fuerzas para transmitir en ese momento tan complicado, pero a partir del 2000 surgió una nueva dinámica. En esto reconocemos el impulso que le dio esta gestión desde el Estado a los juicios y a los crímenes de lesa humanidad. No obstante, también somos concientes que hay grandes problemáticas de derechos humanos en la actualidad que no se han resuelto: la desaparición de Julio López, el asesinato del militante del partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra, la masacre al pueblo Quom en Formosa o la represión en el parque Indoamericano en Caba”.
Sin embargo aclaró que las nuevas generaciones “están comprometidas con los derechos humanos, aunque no sabemos todavía si es snobismo o compromiso en serio”.
Agregó además que el compromiso de los más jóvenes se plasmó “en las marchas que la seccional Paraná de la Agmer realizó día atrás en esta ciudad: chicos con ganas de pelear, docentes recién recibidos que creen en la lucha y que nos alientan para seguir adelante con las banderas bien altas. Ser críticos de las políticas que instauran los gobiernos nacional y provincial implica transitar un camino difícil, pero aún así, seguiremos adelante con nuestros principios. Vamos a acompañar lo que haya que acompañar y a criticar lo que haya que criticar; no somos obsecuentes de ningún partido político ni tampoco de ningún gobierno particular”.
Quien fue Isauro Arancibia
Isauro Arancibia fue un maestro y dirigente sindical argentino, uno de los fundadores de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), asesinado el 24 de marzo de 1976.
Maestro rural desde muy joven, llegó a dirigir la Agremiación de Trabajadores de la Educación Provincial (Atep), y desde allí impulsó la unidad de todos los gremios, principalmente con la Fotia de Atilio Santillán. Fue protagonista del proceso que llevaría a la fundación de Ctera, de la que fue su secretario adjunto.
En la noche del 24 de marzo de 1976, un grupo de tareas integrado por policías y civiles irrumpió en el local de Atep, donde Arancibia vivía junto a su hermano Arturo. Con dos escopetas de caza, resistieron y dieron muerte a uno de los asesinos, cayendo ellos después. El cuerpo de Isauro Arancibia tenía ciento veinte balazos (y su hermano Arturo, setenta).
En su homenaje, una decena de escuelas argentinas llevan su nombre, al igual que el auditorio de la Central de los Trabajadores Argentinos y diversas agrupaciones sindicales docentes. El documental “Maestros del viento” relata su vida, al igual que el libro “La oruga sobre el pizarrón”, del escritor tucumano Eduardo Rozenvaig.
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