Se lo llamó “continuidad positiva”. Bajo esa consigna, el 18 de marzo de 2007 Urribarri se convertía en gobernador electo. Busti no tenía reelección y lo había designado su sucesor. La pelea no tardaría en llegar, empezaría en la misma transición.
El 18 de marzo de 2007 nacía Urribarri, el Urribarri que hoy expresa uno de los polos de la dura interna peronista que viene signando la política entrerriana de los últimos tres años. Hasta ese momento, no era más que un delegado del ex gobernador Jorge Busti, un dirigente que había hecho toda su carrera al lado del “líder indiscutido del peronismo entrerriano”, como por años se lo presentó en los actos políticos.
Urribarri no sería hoy Urribarri si no fuese por los radicales, que en 2005 no prestaron sus votos en la Legislatura para una reforma de la Constitución que le permitiera a Busti ser reelecto. Ahí fue que nació el concepto de la “continuidad positiva”: Busti no podía ser, pero quien fuera debía garantizar que el gobierno provincial continuara en manos del bustismo. No había en ese esquema –como no lo hubo nunca en la manera de hacer política de Busti- lugar para el nacimiento de un nuevo liderazgo.
Tan clara estaba esta idea –la de que en estos cuatro años había que cuidarle el sillón para el regreso del líder en 2011- que por algunos meses se barajó con fuerza la posibilidad de que la candidata sea la propia esposa de Busti, Cristina Cremer, una dirigente con escaso vuelo político propio.
Pero Busti prefirió a Urribarri, su hombre de confianza, que hasta ese momento tampoco contaba con mucho vuelo político propio, pero que a diferencia de Cremer, conocía el barro de la política. Lo impuso aún en contra de una fuerte resistencia de parte de una importante franja del bustismo que en julio de 2006 se dio en llamar Grupo Talleres y que en las elecciones del 18 de marzo de 2007 terminaría estructurando la Lista 100, que propuso la fórmula Julio Solanas-Enrique Cresto para competir en contra del PJ de Busti y Urribarri.
Desdoblada
La opción de Busti por Urribarri fue tan contundente y cerrada que terminó generando la primera gran fractura electoral del PJ de Entre Ríos. La sanción de la nueva ley electoral, que el actual vocal del Superior Tribunal y por entonces diputado Emilio Castrillón redactó por encargo de Busti, le terminó dando a Solanas argumentos para salirse del partido.
Y ese inédito escenario de una interna que se resolvía en la elección general, llevó a Busti a desdoblar los comicios, convocando por primera vez a una elección provincial separada de la nacional.
La anticipación en sietes meses (de marzo a octubre) respecto a las elecciones nacionales le reportaba un doble beneficio táctico: quitaba a Solanas y el Grupo Talleres tiempo para consolidar su armado y disolvía la posibilidad de que Cristina Fernández pegue su boleta a la de Solanas, que se había jugado por Néstor Kirchner en las presidenciales de abril de 2003, mientras Busti se mantenía prescindente. En aquella elección, Carlos Menem sacaría en la Entre Ríos de Busti una diferencia a su favor por encima de la media nacional, con la activa militancia de referentes como José Allende y Augusto Alasino.
Con la ayuda de una oposición en crisis, el esquema resultó exitoso. El 18 de marzo de 2007 Urribarri se impuso cómodamente, con el 47% de los votos y Solanas llegó al 19%, apenas un punto debajo de la UCR que con Gustavo Cusinato como candidato reunió sólo el 20% de los votos.
Diferencias
A los pocos días, Busti lograría que el peronismo –que en sus dos versiones había sumado el 66%- se reunifique y, con ello que le voten el Presupuesto y la necesidad de la reforma constitucional, que se terminaría concretando al año siguiente y habilitando a Urribarri para ser reelecto.
En ese contexto, se produce el acercamiento de Enrique Cresto a Busti, a tal punto que terminaría siendo el motivo del primer chispazo con Urribarri, cuando el gobernador electo objetó la postulación del legislador de Concordia a diputado nacional. Cresto era de los que, a juicio de Urribarri, habían “pasado la raya” en las disputas de campaña.
Pero, de fondo, lo que molestó a Urribarri fue la decisión de Busti de, virtualmente, lanzar su campaña para 2011 aún antes de dejar el poder en diciembre 2007, y actuar en consecuencia de ahí en adelante. Un ejemplo de lo dicho, que se toma como punto de partida de este proceso: el 1 de julio de 2007, en su último discurso de apertura de sesiones ordinarias, Busti dice que “si Dios me lo permite y el pueblo entrerriano lo quiere, dentro de cuatro años y medio estaremos en el mismo lugar”.
El quiebre
En ese marco, y sin poder político propio para enfrentar a su mentor, Urribarri compra autonomía atándose al gobierno nacional y explotando el hecho de que Busti nunca había podido cultivar una buena relación con los Kirchner, particularmente con Cristina.
El concepto de la “continuidad positiva” ya se había puesto en crisis cuando a cuatro meses de asumir, a fines de marzo, a Urribarri le estalla el conflicto con las entidades del campo por la resolución 125, que terminaría haciendo de aquella grieta un quiebre profundo y aportando contenido ideológico a una pelea que hasta entonces era sólo personal. Urribarri se aferra a los Kirchner y Busti se sube al palco de la Sociedad Rural, así de contundente fue la opción que ambos tomaron.
Pero tras el pico de confrontación que se dio en mayo de 2008 –cuando Busti habla en un corte del Túnel, subido a un acoplado, con un cartel a sus espaldas que preguntaba por el paradero de Urribarri- el ex gobernador vuelve sobre sus pasos y reacomoda su vínculo con Kirchner. Ya la efervescencia de la protesta había pasado y el gobierno había dejado de tambalear.
Al año siguiente, el PJ iría a las elecciones del 28 de junio con el lema de la “unidad en la diversidad”, que se selló en un congreso en Villaguay (con Busti y Urribarri con la leyenda “unidos” de fondo) y que derivó en la candidatura de Cristina Cremer a diputada. El traspié electoral del oficialismo configuró el actual escenario: catapultó al diputado Atilio Benedetti como candidato a gobernador de la UCR y provocó la definitiva fractura del peronismo.
Busti interpretó que la derrota de su esposa se debió a un castigo al kirchnerismo en la provincia que había sido epicentro del conflicto con el campo, y resolvió marcar distancia. Se salió del PJ para armar el Peronismo Federal junto con todo el arco de dirigentes nacionales opositores a Kirchner.
En ese momento, la oposición imaginaba el final del kirchnerismo. Y Busti también. Un año y medio después el escenario es exactamente inverso al imaginado.
La elección de marzo
El 18 de marzo de 2007 Urribarri se convertía en gobernador electo, con el apoyo de Busti y se iniciaba una larga transición hasta diciembre en la que se gestaría la división del peronismo, que estallaría con el conflicto del campo y se consolidaría con la derrota electoral de junio de 2009.
Los 665.881 votos de esa primera elección provincial, separada de la nacional, se distribuyeron del siguiente modo:
Urribarri-Lauritto (PJ) 47%
Cusinato-López (UCR) 20%
Solanas-Cresto (Lista 100) 19%
Martínez Garbino-Solari (CE) 8,5%
Addy-Bollo (Pro) 2,8 %
Zalisñak - Arce (PH) 1,3%
Breide Obeid-Cura (PPR) 1 %
Geist-Bordatto (MST) 0,6 %
Fuente: El Diario
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